En la mesa del Congreso Partido Popular y Ciudadanos ostentan mayoría absoluta -al contrario que en el Parlamento- y, usando argucias legales y urdiendo nuevas burlan a la democracia bloqueando, una y otra vez, las iniciativas que la oposición saca adelante en el hemiciclo.

Así, veto tras veto del Gobierno, o ampliaciones a los plazos de enmienda de ambos partidos bunkerizados en la mesa, imposibilitan cualquier proyecto de la oposición, que es mayoría en la Cámara, e incapacitan de facto el Parlamento, originando una grave parálisis institucional.

En democracia, las Cortes Generales -el Legislativo- elabora las leyes que deben cumplir ciudadanos e instituciones, y el Gobierno -el Ejecutivo- debe someterse al Legislativo e implementar sin ambages las leyes que las Cortes aprueben.

Obstruir la actividad legislativa con artimañas sitúa la política en un terreno farragoso que bordea la Constitución e incurre en un grave desprecio a la ciudadanía representada en un Parlamento plural.