FIBROMIALGIA

Nada ha cambiado

Begoña Elvira // Don Benito

Le han diagnosticado fibromialgia y, desgraciadamente para ella, nada ha cambiado. Para muchos de los profesionales de la sanidad en los que tendrá que confiar a partir de ahora es una enfermedad inexplorada. El diagnóstico no la liberará de los prejuicios sociales. Lo peor de todo no será que esta enfermedad no tenga cura o que muchos días no podrá levantarse de la cama, sino que siempre deberá justificar que está enferma. Deberá batallar contra discursos androcéntricos que la medicina justifica en enfermedades que afectan mayoritariamente a mujeres. Tendrá que eludir tópicos sobre el estatus de una enfermedad considerada de poca gravedad pese a que en muchos casos, el dolor y el sufrimiento son altamente incapacitantes. Pero ella no deberá rendirse, tendrá que luchar con optimismo y pedir comprensión a los profesionales tantas veces como sea necesario.

JUZGADOS

Acoso y derribo

Ignacio Puig // Barcelona

Inicié el ejercicio de la abogacía hace más de 25 años especializándome en Derecho del Trabajo. Me subyugó la oralidad, la unidad de acto, el respeto entre jueces y letrados, el impulso conciliador que clarificaba los intereses en juego y dejaba en evidencia las posturas leguleyas y, por supuesto, la contienda procesal y sustantiva ordenada. Desafortunadamente, todo eso ha desaparecido. La oralidad se ha convertido en verborrea, la unidad de acto en algo relativo, el impulso conciliador en amenaza o mercadeo y la contienda procesal y sustantiva en un copia y pega. Pero la verdadera credibilidad de los Juzgados de lo Social se derrumba cuando los jueces faltan al respeto a los letrados desde la atalaya de su poder y convierten la vista en un espectáculo lamentable. El derribo se está haciendo desde dentro por quien debería ser expresión de serenidad. Por eso, los evito, aunque, por supuesto, hay excepciones.

MODALES

Asignatura pendiente

Alicia Oliva // Plasencia

Cada día saludo a mis vecinos con un: «Buenas tardes», pero tan solo unas cinco de las 20 personas con las que me cruzo me responden. ¿Qué sucede? Puede que algunos, al no conocerme mucho, no se fíen de mí; quizás a otros no les caigo bien; pero creo que la culpa de todo la tiene la pérdida de modales. Es posible que nos hayamos acostumbrado al mal ejemplo que dan algunos personajes públicos, que se comportan de forma grosera y zafia. Podría ser una buena idea crear una asignatura sobre comportamiento y educación para que las nuevas generaciones aprendan a valorar lo que otros han dejado de lado.