Educación

«No me quieras tanto»

Cristina Gutiérrez // Plasencia

«Mama, quiero que me quieras, pero no tanto», le dice un niño de 6 años a su madre. Supongo que se imaginan lo que hay detrás de sus palabras. Esta pandemia de la sobreprotección que nos ha invadido. Pero querer mucho no es sinónimo de querer bien. Querer bien, de manera saludable, tiene más que ver con aceptar al otro tal como y como es, y no tanto querer convertirlo en alguien perfecto, o estar todo el día encima de él, pendiente de cada movimiento, duda o malestar, como si nuestra única misión de padre y madre fuera que los hijos siempre estuvieran felices y contentos. Creo que los niños necesitan que les demos permiso para poder sentirse mal, al menos de vez en cuando. La felicidad de nuestros hijos e hijas no depende solo de nosotros, del mismo modo que nuestra felicidad no puede depender solo de la de nuestros niños, porque la presión que ellos sienten se convierte en insoportable. Enseñemos a los niños la lección más importante, que cada cual es el responsable de su propia felicidad. Así que preparémosles para esta responsabilidad, entrenémosles en su autonomía para que no sean dependientes de los demás, que sean fuertes y valientes para atreverse a hacer cosas nuevas, especialmente en verano, donde las oportunidades se multiplican. Estas vacaciones, que practiquen cada día el quererse y gustarse a sí mismos, aceptándose tal como son para que un día sean capaces de estar bien para querer bien.

POLÍTICA

Sánchez y la Iglesia

José Melero // Cervelló

Pedro Sánchez echó marcha atrás al retirar de su programa del 2016 la derogación de los acuerdos del Concordato con tintes franquistas de 1979, para devolver al dominio público los inmuebles inmatriculados por la Iglesia -unos 3.000- durante el gobierno de Aznar, y retirar la clase de religión católica de los centros estatales. Ha desaprovechado poder convertir España en un estado laico como Francia para que la Iglesia católica tenga los mismos derechos y deberes que cualquier institución, sin privilegios. Probablemente por el temor electoralista de que muchos católicos socialistas moderados le retiraran el voto, Sánchez decidió mantenerlos. Con esa decisión pretendió no provocar a los obispos ni al catolicismo español contribuyendo a que se mantenga latente el nacionalcatolicismo.