Desgraciadamente, la vida no te prepara para sufrir una pérdida. Recuerdo las veces que he tenido la mala fortuna de ver llorar a mi madre por algún fallecido y me viene a la mente lo mucho que rezaba por no llegar a sentirme así algún día.

Te dicen que es bueno hablarlo, desahogarte, escribir, llorar o simplemente estar en silencio. Personalmente, creo que solo es cuestión de tiempo. De saber acostumbrarte a él y de darle una oportunidad. Porque, al fin y al cabo, el tiempo es lo único que no se va.

Poco a poco te acabas haciendo a la idea y acabas asumiendo que hay que vivir con él. Y, seguramente, volverás a llorar y a gritar, pero va a estar bien porque eso es lo que nos hace humanos.

Volverás a revivir los momentos, pero esta vez con una pequeña sonrisa y tal vez un par de lágrimas. Y así, día a día hasta que conviertas esas lágrimas en cicatrices que algún día mirarás con nostalgia.

Por todo esto, agradezco al tiempo que no borre los recuerdos, pero sí que los haga menos dolorosos.