Muchos niños y niñas sueñan con poder llegar a ser deportistas de élite, especialmente en el fútbol, donde se desatan pasiones por los colores. Cuesta muchísimos años de esfuerzo, disciplina, entrenos y tener un don especial para poder llegar a serlo. Muy pocos lo consiguen. Ahora bien, una vez están en la cúspide, el nivel económico adquirido es proporcional a todos los años de sacrificio y eso les da licencia para llevar una vida por todo lo alto. Sin embargo, el hecho de poder adquirir unos vehículos potentes y seguros no garantiza que sean inmortales.

Perder la vida al volante cuesta un segundo cuando la irresponsabilidad de llegar a circular a unos 237 kilómetros por hora por una autovía sin pensar que el vehículo puede tener cualquier fallo mecánico, o que un animal puede cruzarse en tu camino, o que cualquier imprevisto puede hacerte cerrar los ojos para siempre, y sin contar que tu irresponsabilidad se puede llevar otras vidas por delante. Son ángeles caídos.

Desde estas líneas doy mi más sentido pésame a la familia del futbolista José Antonio Reyes, y una súplica a todos los ángeles que son estrellas mediáticas: que piensen que deberían dar ejemplo a todos sus fans, que sueñan ser deportistas profesionales como ellos, con su comportamiento en el campo de fútbol pero también -y sobre todo- en el resto de acciones fuera del campo.