CARTA DESTACADA

Los héroes existen

José Minguell

Siempre pensé que los héroes eran aquellos que se engalanaban con espadas y escudos, capas y superpoderes. Héroes, todos ellos, al servicio de los más necesitados, que miraban, atónitos y embelesados, cómo conseguían doblegar a un enemigo común. Y cada noche, cuando cerrábamos los ojos, recordábamos sus heroicidades y soñábamos estar a su lado o incluso poder llegar a ser como ellos. Poco importaba si eras del norte o del sur, de un pueblo o una gran ciudad. Había un héroe para cada tipo de cultura, raza, religión o gusto. Y algunos no tan niños volvíamos a emocionarnos viendo cómo el bien ganaba al mal en esa abarrotada y concurrida sala de cine. Pero la edad no impedía que la lágrima, traicionera, recorriera tus mejillas, como lo hace hoy, aquí, en el rostro de cada uno de nosotros, desde nuestro rincón de pensar particular. Y vuelven a surcar nuestra piel, no ya por recordar a esos héroes de capa y espada, sino por ver que nos mintieron al decirnos que no existían. Lágrimas entremezcladas por una extraña sensación entre pena, rabia y agradecimiento a esos héroes.

coronavirus

Buenos hábitos

Xavier Serra

Girona

En estos días tan especiales en los que estamos en casa, podrían surgir hábitos que nos pasen factura. De hecho, sucede: me consta. Una de las manifestaciones más claras es la dejadez personal; ciertamente, no hay que arreglarse ni vestirse para reuniones, visitas a clientes o el trabajo habitual fuera del hogar. Pero de ahí a ir todo el día en pijama o chándal y con zapatillas... Vale la pena que nos cuidemos. Solo así tendremos respeto a los que conviven con nosotros, y a la sociedad: afeitarnos, peinarnos, vestirnos con la elegancia propia de la vida doméstica. Esto crea hábitos, en mayores, grandes y pequeños, y vale la pena. Las buenas costumbres: horario, tareas domésticas, discreta elegancia, sonrisas, todo cuenta. Y, quién sabe, tal vez un Skype o Zoom diario y frecuente nos puede ayudar y todo.

Ni reproches ni quejas

Mónica Mas

Barcelona

En momentos como el actual, donde las palabras dominantes son los fallecidos, las ucis, el personal sanitario, el confinamiento, los ertes la crisis..., ¿de verdad creéis que queda espacio y tiempo para reproches, quejas, críticas, banderas o miserias humanas? Nada de esto tiene sentido ya, pues no nos salvaguarda ante la pandemia. Subamos un escalón en nuestra escala de valores para afrontar esta crisis sanitaria desde lo único que somos para el covid-19: seres humanos. Esto es un llamamiento a toda la humanidad. Tiremos de respeto, cooperación y solidaridad. Necesitamos el liderazgo de las organizaciones internacionales, la generosidad de los estados, la eficacia de los gobiernos, la reinvención de empresas y trabajadores, y la serenidad de los hogares. Necesitamos a todos los seres humanos unidos.

coronavirus

Cartas en cuarentena

Jordi Verdaguer

Barcelona

Yo soy un romántico que aún escribe cartas, que reflejan a través de las palabras el amor, la amistad y la poesía. Hoy he llamado a los Mossos para ver si podía ir a tirar las cartas al buzón de correos. Muchas de ellas de pésame y consuelo a gente mayor sin ordenador. En momentos difíciles no hay nada más hermoso que recibir una carta escrita a mano, reflejo del cariño y la amistad, en lugar del frío e-mail. Me han dicho que no podía ir al buzón y que si lo hacía podía ser sancionado. Como servidor del derecho he acatado a la autoridad. Sin embargo, la historia de la humanidad se ha escrito a través de las cartas, ellas son las valedoras de lo eterno, de lo hermoso, de la paz; ¿cuánto tiempo duraremos si nos abandona el principio poético? ¿Cuánto puede durar una civilización sin alma...? Pero eso al mosso no se lo podía decir. «Yo soy un romántico», he pensado callando y guardando unas cartas que me ha dictado el alma.