La vida nos va encasillando en determinados papeles y así suele ocurrir que, a determinadas edades, algunos cambios nos parecen impensables. Muchas cosas no las hacemos porque «no toca», o económicamente nos da miedo dar el paso, o porque nos importa lo que pensarán los demás, y así nos vamos cerrando a esa posibilidad de atender a nuestra esencia.

Por ejemplo, aunque estemos aburridos de hacer siempre el mismo trabajo, no nos planteamos cambiar, ni tenemos suficiente coraje para estudiar aquellas aficiones que siempre hemos querido cultivar.

La vida nos empuja a plasmar lo que somos en esencia y, si no le hacemos caso, a veces nos sacude y nos hace pasar por situaciones difíciles para que reaccionemos.

Conozco algunas personas (pocas) que desprenden una energía especial, que sienten y viven de acuerdo con su ser interior, son personas a las que considero verdaderas maestras de la vida y por eso, algún día, me gustaría ser como ellas.