Por fin, el tan esperado viaje llegó; una gran ilusión fue la que pusimos para que no faltara el más mínimo detalle. Estaciones de tren, aeropuertos, taxis... El sueño en movimiento de nuestra pequeña aventura comienza, y ya surgen, a flor de piel, las alertas que el cerebro dispara al salir de la zona de confort: el corazón se acelera por el trepidante ritmo de los traslados en masa, y por la mezcla de emociones acumuladas sobre los planes hechos. Mientras tanto, un gran equipo de avezados carteristas, que junto a sus compinches, se posicionan (al igual que esos cocodrilos, que dentro de los ríos le hincan el diente al ñu viajero) para trincarte la cartera, el móvil o lo que se tercie. Un gran elenco de sinvergüenzas, tienen también su espacio, en este viaje, en teoría tan organizado. ¡Ja! Por desgracia. En este proyecto tan dinámico se juntan todas las fuerzas a la vez: las del bien y las del mal; todas intentaran quedar satisfechas; y la vida continúa. Las otras fuerzas, las de seguridad ciudadana, poco pueden hacer. Sí, tramitar la denuncia, para poder conseguir la documentación robada.