EL NO Y EL SÍ

Mayores en cuarentena

Silvia García

Ahora que han pasado más de dos meses y tenemos datos objetivos con los que trabajar -número de infectados, número de casos que han requerido uci y muertes- hemos podido ver que los realmente afectados de gravedad son los mayores. Nuestro deber y obligación es cuidarles. La sociedad entera no puede quedar atascada para siempre por culpa de un coronavirus, un virus mutante para el cual no ha habido, hay ni habrá vacuna porque muta más que el de la gripe y ya sabemos que para esta la vacuna a veces funciona y otras no porque se usa la del año anterior. Tenemos que estar fuertes y sanos y necesitamos que la economía marche bien para ello. Sin trabajo no lo conseguiremos. No habremos enfermado por el virus pero la sociedad va a estar muy enferma si no hacemos algo. Nuestro sistema permite proteger y cuidar a los mayores. Hay jóvenes de 80 años que lo verán mal, pero tenemos que aprender de la historia para no repetirla. ¿Realmente queremos vivir en depresión por años? Tenemos un tejido social que se ha visto reforzado con esta cuarentena. Aprovechemos.

coronavirus

El riesgo de cagarla

Alejandro Prieto Orviz

Gijón

El confinamiento en las viviendas impuesto a la población como medida preventiva frente al contagio del coronavirus, es un acontecimiento inesperado que ha limitado nuestra libertad de movimiento y reunión de manera drástica en pro del interés general, y el cual vemos disiparse conforme pasan las semanas y disminuye la insostenible catástrofe sanitaria que tuvo lugar hace un par de meses. Ahora bien, ello no significa pasar a un estadio de alborozo donde la prudencia quede desplazada por la distracción e imprudencia social, porque el peligro continúa vivo y el riesgo de cagarla también. Por desgracia, algo que no aporta ni sirve de ayuda alguna para superar esta dura y costosa situación, es la gran cantidad de bulos y sandeces que fluyen por minuto a través de las redes digitales de comunicación social.

Pandemia

La cesta de la compra, como siempre

Miguel Fernández-Palacios Gordon

Madrid

Sé que el Gobierno está enfrascado en sacarnos de la crisis sanitario/económica; y, precisamente por eso, no debería descuidar la lucha contra la sinvergonzonería que explota tragedias ajenas. Es lo de siempre; aunque la inflación anual descendió un 0,7 % en abril, nuestros bolsillos, además de no notarlo, habrán detectado justo lo contrario: que la cartera parece tener un agujero negro que engulle todo el dinero. La culpa, también como siempre, la tienen quienes aprovechan del sufrimiento de la dichosa covid-19. Son, en la mayoría de los casos, los intermediarios de la cadena alimentaria quienes se enriquecen a base de encarecer la cesta de la compra de productos básicos, al tiempo que pagan una miseria a los productores. En concreto frutas y hortalizas suben más de un 10%. Desde aquí, por responsabilidad administrativa, insto al ministro de Consumo a poner fin a esta otra epidemia de subidas abusivas de precios que, como siempre, perjudicará a los más desfavorecidos.

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Prescripción a ciegas

Meritxell Cerezo

Ripollet

Nos encontramos a finales del periodo de preinscripción para el nuevo curso escolar, y en tiempos de coronavirus las familias no se han podido dejar impresionar por las instalaciones y el personal de la escuela que escogerán para el futuro de sus hijos. Todo ha sido un periodo frío y virtual, nada que ver con lo que estamos acostumbrados a vivir, un ir y venir de padres y madres ilusionados por los pasillos de las escuelas visualizando a sus hijos en esas clases repletas de cariño e ilusión por aprender jugando. Este año ha tenido más peso el boca-oreja que lo que vemos nosotros mismos, esperamos que en septiembre todas estas familias estén contentas con su elección.