En los últimos días se ha sabido que otra mujer embarazada espera un niño cuyo ADN ha sido modificado por el doctor He Jiankui (quien ya había anunciado el nacimiento de dos gemelos cuyo genoma también fue alterado), valiéndose de la técnica CRISPR-Cas 9. Las autoridades chinas mantienen, al parecer, en arresto domiciliario a He y anuncian su procesamiento, pero esto no ha impedido que el científico haya llevado a cabo sus indebidos experimentos, y lo mismo puede suceder, a partir de ahora, en cualquier otra parte del mundo.

Por esto y como siempre es mejor prevenir que remediar, habría que implantar a escala mundial una moratoria, semejante a la ya existente con respecto a la clonación reproductiva, que prohibía a priori el uso de esa técnica para alterar el genoma de miembros de nuestra especie, por lo menos mientras no se alcance un consenso científico y social sobre su validez, sus efectos y sus límites.

Pues la experimentación con seres humanos y en particular la manipulación de su código genético con consecuencias tan desconocidas como irreversibles vulnera los principios éticos de toda investigación y los más elementales derechos de las personas.