LA CRISIS DEL COVID-19

Necesitamos confianza

Carmen Dorado

La mala gestión de la pandemia que está haciendo el Gobierno solo se puede contrarrestar con la supuesta igual o peor gestión que hubiera hecho otro gobierno, porque lo único que les diferencia es la careta. Detrás de la pandemia hay muchas hipótesis que, aunque surgidas de la conspiranoia que nos embarga, no nos dejan indiferentes; como que se trata de la Tercera Guerra Mundial. Perfectamente plausible. Ahora las guerras ya no conllevan batallas campales, sino que se trata de destruir economías, endeudar países. Conviene contar con mentes certeras para enderezar el país. El Gobierno tiene la obligación de mimar a las empresas como proveedoras de trabajo y de bienes, y también hacerlas responsables de la fuerza que suponen para tirar de la economía. Para recuperarnos necesitamos confianza, solidez. Ahora mismos solo tenemos borrosas expectativas.

SENTIMIENTOS

Libre

Araceli Palacios Alfonso

Zahínos

El «llevas la cartilla y llámame con lo que sea que te diga el médico», se introdujeron por la ventanilla izquierda del coche para rebotar en el techo y salir por la derecha no sin antes dejarle un sabor amargo en la boca. Agridulce era cuando faltaba poco para llegar a la capital.

Como la miel cuando sintió su mano tocarle en el hombro. Al volverse a mirarlo, se encontró entre aquellos dedos, hechos de viento del Atlántico. Esos mismos a los que después se aferró para volar sorteando viandantes y saltando semáforos en rojo, como un río que clamaba derramarse entre las sábanas blancas del hostal. Aquella mañana, las caricias quemaron los toldos de sombreado de la calle. Y el eco de sus besos hizo enloquecer a las palomas del parque cercano, que no atendieron a comer y chocaron unas con otras. Y la luz del sol de junio palideció ante el brillo del deseo, tantos años postergado, que salía por la ventana del segundo piso.

Eu te amo, espere por mim. Eu retornarei. Y se fue caminando hacia la puesta de sol mientras él, aferrado al volante, se mordía la lengua para no dejar escapar un grito y llamarlo. Y escabullirse con él de su yo de mentira. Del estatus de pareja estándar en un pueblo pequeño. Del comer sin ganas. Del follar sin gusto. Del verbo absurdo. De la maldita rueda de hámster. De la celda oscura, húmeda y pestilente en la que se encuentra su alma, y de la que hoy, por vez primera, había salido en libertad condicional asido a la piel de Joao.

Pero suena el teléfono, «no me has llamado Rafa, es muy tarde, estaba preocupada. Todo bien, Carmen, me entretuve con un amigo de la facultad. No tardo. Estoy en camino.» y el peso del mundo se le vuelve a caer encima como una condena. Como una cadena. Como un martirio.

Y Rafa para el motor. Cierra los ojos. Respira hondo. Respira. I want to break free en la radio. Sube la música. Abre las ventanillas. Arranca. Y corre tras la puesta de sol. Ungido de verdad. Enamorado. Libre.

CULTURA

Lecturas en familia

César Jiménez

Don Benito

Tener adolescentes en tu entorno puede ser en ocasiones algo complicado, pero he descubierto que compartir sus inquietudes es un buen ejercicio para acercarte a ellos y crear vínculos. Llevo un tiempo preguntándole a mi sobrina qué libros está leyendo para poder leerlos al mismo tiempo.

Compartir esas lecturas me ayuda a tener temas de conversación con ella, y habla mucho; ya les digo yo que habla. No le digo esa frase tan odiosa de «has de leer este libro o ver tal serie»; yo le pido consejo a ella. Es un estupendo ejercicio y me reconforta ver cómo se alegra de que me interese. Es una manera de fomentar la lectura en familia, y una cura de humildad. Cuando tu sobrina te recomienda un libro, lo mínimo que puedes hacer es escuchar su consejo. Palabra de tito.