Hace unas semanas, supimos que el torturador Billy el Niño, inspector de la Brigada Político Social durante la dictadura franquista, está cobrando un plus del 15% sobre la pensión vitalicia que percibe con motivo de la medalla al mérito policial que Rodolfo Martín Villa le concedió en 1977. Es increíble que tras 40 años de democracia ningún Gobierno haya sido capaz de retirar la condecoración a este sujeto y que, por tanto, nos encontremos ante una anomalía democrática que choca frontalmente con la ley de Memoria Histórica y el sentido común y que, además, supone también una humillación hacia las víctimas de la dictadura y en particular a las víctimas directas de este detestable torturador. Nunca podremos pasar página a la oscura historia más reciente de nuestro país si no se reconocen las víctimas del franquismo y se reparan toda esta serie de anomalías democráticas, pues de ninguna manera se justifican por el modo en que se diseñó y se llevó a cabo la transición. No sirven excusas. Ya es hora de que los nostálgicos del nacionalcatolicismo, que no tienen muy claro en qué consiste la democracia y se obstinan en incumplir leyes como la de la Memoria Histórica, se aparten a un lado y se instalen en su retiro dorado, dejando paso a una nueva etapa histórica exenta de losas y fantasmas del pasado.