FAMILIA

Oposición o paternidad

Iban Vieira

Este pasado mes he sido padre de mi segundo hijo. Asimismo, el año pasado, después de mucho tiempo y esfuerzo, aprobé unas oposiciones para un ayuntamiento que ahora me exige realizar una formación inaplazable para poder incorporarme a trabajar en el sector público. Mi sorpresa ha sido que al ir a la Seguridad Social a solicitar solo la primera semana del permiso por paternidad, renunciando a las otras tres del primer periodo de cuatro semanas que hay que disfrutar juntas, y aplazar el disfrute de las ocho semanas restantes, me indican que esto no es posible y que no existe ninguna manera de hacerlo, ya que las cuatro primeras semanas es obligatorio disfrutarlas juntas y a continuación del parto, y que es un periodo indivisible. A su vez me indican que si no puedo realizar estas cuatro semanas iniciales, tampoco puedo solicitar la prestación por paternidad, perdiendo con ello también las ocho semanas restantes del permiso. Es decir, si disfruto de las cuatro semanas iniciales del permiso pierdo la formación y, por tanto, la oposición completa, y si continúo con la formación pierdo la totalidad del permiso de paternidad. Me cuesta creer que no se haya contemplado ningún caso de aplazamiento del permiso por causas de fuerza mayor y que en estos casos el interesado pueda -perdiendo una parte del permiso- disfrutar de la parte voluntaria en el momento que desee, como derecho que se dice que es.

INDUMENTARIA

El republicano

Pepe Alcaraz

Badajoz

El vicepresidente del Gobierno español que acompañaba a la Reina al acto de entrega de un premio que concede la fundación princesa de Gerona en La Coruña no puede hacerlo vestido como un estudiano maniquí de la cochambre. Los comunistas siempre fueron muy mirados con las corbatas. Kruschev, Andropov o Gorbachov la llevaban siempre o casi siempre. Acompañar a la Reina vestido de barbacoa en Galapagar, con la coleta grasienta, sin corbata, el cuello de la camisa abierto, no es de revolucionario, ni de progresista, ni admisible. Es, simplemente, una grosería institucional, una falta de respeto y una bravuconada imbécil. Es tan antiguo, tan viejo y tan carroza el comunismo que representa Iglesias, que aún cree que el desaliño indumentario estudiado le concede un interés añadido.

ORTEGA SMITH

Provocador compulsivo

Miguel Fdez-Palacios Gordon

Madrid

Ortega Smith, secretario general de Vox, continúa sosteniendo y no enmendando que las Trece Rosas -jóvenes de entre 18 y 29 años de las JSU fusiladas por la dictadura franquista tras la guerra civil-, «lo que hacían era torturar, violar y asesinar vilmente y cometer crímenes brutales». Se burló diciendo que «menos mal que no se ha pedido que se me condene a trabajos forzosos o a latigamiento (sic) en plaza pública», llamó «totalitarios» a sus familiares y, como colofón, que se «intenta condicionar su libertad de expresión».

Señor Ortega, su libertad de expresión no es compatible con el insulto y, como cargo público, su irresponsabilidad al manipular la realidad histórica, quebranta la fidelidad y exactitud de lo acaecido. La difamación fraudulenta tampoco es libertad de expresión.

Yo -usted era un niño cuando murió el dictador- sufrí de joven la dictadura y por eso conozco muy bien el totalitarismo castrante que prohíbe participar en el poder político y acalla con cárcel, garrote vil o paredón cualquier disidencia que pretenda salirse de la corriente oficial. Por censurar, se censuraba hasta la música, sus portadas y letras. Teníamos que escuchar una canción tan inocente como ‘American Pie’ de Don McLean, cuando pocos hablaban inglés, con estridente pitido al final de la misma. Muchas, ni con tan desagradable estridencia.

Y no se confunda con los trabajos forzados. En democracia, al contrario que en la dictadura, no existen. Lo que puede ordenar el juez, con todas las garantías de defensa de las que carecíamos con Franco, es condenar a servicios para la comunidad con el fin de evitar un posible ingreso en prisión.

Le pido, aunque como alborotador que es no me hará ni caso, que discrepe cuanto quiera, pero con rigor y educación. Sin injuriar ni faltar a la verdad.