Cualquiera puede concluir que prevenir no solo es más saludable, sino más rentable. Sin embargo, empleamos medios económicos y humanos ingentes para curar y exiguos para prevenir.

¿Se imaginan lo que nos ahorraríamos si fuéramos capaces de adelantarnos a los problemas para que estos no llegaran a ocurrir? Pero, desgraciadamente, somos más diligentes después de las catástrofes que antes de que estas ocurran.

Pongamos un ejemplo. Según los expertos, la resistencias antimicrobianas nos acercan a los tiempos en que la gente moría a causa de una simple infección; y ya suponen un gasto en salud a la Unión Europea de un billón de euros anuales.

El buen uso de los antibióticos salva vidas, pero el mal uso ya está matando cada año 30.000 personas en el mundo y 3.000 en España.

Sin embargo, aunque ya hay iniciativas para la optimizar el uso de antibióticos, echo en falta campañas divulgativas para prevenir esta inquietante amenaza financiera y de salud global.