Estimado secretario y amigo José Barrado Muñoz. Llega la hora de tu jubilación. Unas vacaciones a largo plazo que tienes bien merecidas. Ahora vienen momentos para disfrutar y relajarse. Después de más de 35 años al frente de la secretaría del Ayuntamiento de Malpartida de Càceres, fuiste parte importante de las transiciones de la historia de Malpartida.

Has hecho gala de un gran pragmatismo. Tu camino profesional acaba calladamente, como quisiste que fuera tu oficio en todos estos años. Te despedimos discretamente un mediodía, en vísperas de tu santo; una despedida silenciosa, como tú eres, nada de “parafernalias” ni protagonismos.

Efectivamente, los secretarios de ayuntamiento valen más por lo que callan que por lo que dicen.

Aunque llevo tiempo desvinculada de la política, se me vienen a la cabeza esos plenos interminables que sobrepasaban incluso las doce de la noche. Tú siempre ecuánime, con el saber estar que te caracteriza. Tu única aspiración fue siempre el buen funcionamiento y la responsabilidad. Por supuesto, jamás hubo de tu parte un interés partidista, ninguna aspiración más allás del cargo. Admirable tu comportamiento.

Te agradezco la lealtad que has tenido con todos y cada uno de nosotros, con independencia

de nuestra procedencia política. También tu implicación, la seriedad e inteligencia con la que has ejercido tus funciones, sintiéndote siempre parte interesada. Y la loable pulcritud funcionarial que has intentado imprimir en todos los servicios que se ofrecen al ciudadano desde el Ayuntamiento de Malpartida de Cáceres, de lo cual doy fe.

Deseo también agradecerte muy particularmente el apoyo incondicional que me prestaste cuando aterricé en la corporación municipal, con tan sólo 27 años y sin ningún conocimiento de cómo era y funcionaba la administración local y un ayuntamiento por dentro. Siempre tu acertado asesoramiento y los ánimos que nos ofreciste a mí y a todos mis compañeros nos sirvieron para avanzar y superar los momentos menos favorables. Cuántas veces recuerdo tus conversaciones en las que nos ofrecías interesantes reflexiones desde tu enorme experiencia. Al menos, a mí, me valieron muchísimo.

Termino estas breves palabras de reconocimiento como las comencé, expresándote mis sinceras gracias por haber formado parte de la historia de mi pueblo, al que quiero con locura. Gracias por haberle dado tantos años de profesionalidad y rica experiencia. Eres de esas personas que merece la pena conocer y, ni que decir tiene, que te tengo en gran estima. Feliz jubilación, querido Pepe.