Es sabido que el cerebro humano es muy complicado, incluso, algunos, imposible de comprender sus razonamientos. Nuestra Junta, cuando la virulencia de la crisis se ensañaba con los autónomos, estragos en sus empresas o negocios que cerraban por no poder hacer frente a gastos e impuestos, Extremadura ostenta el record de tener los más altos, sus testas prodigiosas acordaron, ofrecer dinero a los que habían enderezado su vida en otras regiones para instalarse de nuevo aquí. Fracaso.

Y ahora otra vez, ofrecen de nuevo ayudas a los que se han ido.

¿Qué tipo de mentalidad se le puede ocurrir semejante desvarío, mientras la fuga de jóvenes no para? Una macabra e hiriente burla a los que se han visto obligados a irse, extenuados de la inútil larga lucha para mantener a flote sus medios de vida, y un claro desprecio a los que no les quedan fuerzas ni medios para irse.

¿Tan complicado para estos cerebros comprender que lo normal era y es ayudar y si es necesario mimar a los que siguen aquí luchando para sobrevivir, crear recursos y encontrar soluciones para que no tengan que marcharse?

Nuestra Junta desde siempre hace como aquel sabio, que durante muchas décadas gastó tiempo y dinero en secar lo que mojaba una fuga de líquido, sin preocuparse de la brecha o pitera que lo causaba.

Hurra a la inteligencia y el buen hacer.