España le cabía al poeta, nacido en un palacio andaluz y muerto en un exilio francés. Todo y aún más que todo de todo le fue sucediéndose desde aquel bienaventurado 26 de julio de 1875.

Traslados, estudios, vida literaria, filosofía, boda, viudedad, viajes, catedrático y académico.

Nombres de mujeres: Ana, Leonor, Guiomar; destinos en Soria, Baeza, Segovia, Madrid, Cérbere, Colliure, 1939.

En poesía, verso a verso, España circula versificada con verdades. «De lo mucho que valga un hombre, no tendrá valor más alto que el de ser un hombre».

Civilmente en guerra, que es la guerra de las guerras, su historia de amor discurrió en Soria.

Y cogía entre los dedos al río Duero --en sus papeles encuadernados de profesor de Francés-- y le hizo navegar helado, entre orillas, entre robles y, al finalizar ese trágico episodio, entre lágrimas, entre álamos y márgenes pasa el Duero con don Antonio inundándole el corazón: «Aguas plateadas del Duero», soñando sueños el hombre esencialmente bueno.