Este reconocimiento es para una trabajadora excelente del colegio Diocesano de Cáceres, excelencia emanada de sus actos.

Tras tres años gratificantes para nuestra hija bajo su dirección docente en educación infantil somos testigos del avance y en ocasiones asombrados de su progreso y me quedaré parco en palabras, porque difícil es resumir lo acontecido en vagas líneas, por lo febril de la actividad de Vero.

Se nota y estarán de acuerdo conmigo cuando una persona disfruta de su trabajo, cuando un buen resultado solo es el camino para llegar al soberbio y la perseverancia para mantenerlo. Tenemos una niña que adora a su maestra, una maestra que adora a cada uno de sus alumnos fruto del esfuerzo y tesón diario que derrocha y la abnegación en actividades y trabajos que han potenciado intensamente conocimientos y valores que, desgraciadamente no se adivinan en otros niños.

Esa labor intrínseca a la de la enseñanza, llamado «transversales», muy de moda sobre el papel, Vero la hace rítmica y lúdica hasta el punto de conseguir una familia de 25 hermanos de clase.

Eran niños de tres años al comienzo, ahora personas de 6 con valores, con conciencia y posibilidad de actuar en el entramado de la vida. De ellos dependeremos nosotros tarde o temprano y, por mi parte, estoy absolutamente tranquilo. Hiciste lo difícil. Gracias Vero, de corazón.