Días atrás escuché en la radio que el partido mayoritario de la oposición en el Reino Unido mostraba su disconformidad con una práctica adoptada en varios centros educativos, consistente en exigir un uniforme de precio elevado para, de esa forma, dificultar la escolarización de alumnos procedentes de hogares con bajos recursos económicos. Seleccionar a los niños atendiendo a la cuenta corriente, ¿es una medida respetuosa con el derecho a la igualdad de oportunidades? Despreciar o subestimar el potencial de los menores por el hecho de nacer en las parcelas menos vitaminadas del sistema, ¿contribuye a la convivencia y prosperidad del conjunto social, es decir, de la nación?

Hasta el momento no parece existir demostración ni teoría científica que establezca relación alguna entre la calidad y capacidad de las personas y el coste de su vestimenta.