CATALUÑA

El virus centralista

Jesús Galavís Reyes

Dice un sabio de Manresa que el virus en Cataluña tiene rabo, dos pezuñas y el rostro de una diablesa. Y asegura seriamente que el bichito puñetero, en este pasado enero, ya viajaba procedente del centro del solar ibero, es decir, desde Madrid. Y cual si fuera un raid de un ejército certero a Cataluña invadió contagiando en pocos días la costa, la serranía, los pueblos... y Mataró. Y otros sabios catalanes que han estudiado el caso sospechan que paso a paso se están cumpliendo los planes del centralismo estatal: pues arguyendo pandemia, al catalán se le apremia a confinarse. ¡Qué mal! Con medida tan austera, se impide que los adictos al secesionismo invicto y al ondear de banderas puedan salir a la calle. Así se aquieta su causa y el procés se queda en pausa sin nadie para impulsalle. Y propone un estudioso de Sant Feliu de Guixols que se encienda un buen farol y su halo luminoso atraiga virus a miles. Y en costales bien cerrados queden allí atrapados estos parásitos viles. Luego ya en laboratorio, en redomas catalanas, al virus tiñan las canas cual redomado Tenorio. Y como el ángel nocturno, de aquel Egipto lejano, que solo puso su mano en quien le tocaba el turno y evitaba a los semitas por mediación de Moisés, lo mismo, pero al revés, estos virus «redomitas» infecten solo mucosas del villano españolista, mas al buen separatista dejen libre de esas cosas. De ese modo milagroso, con los pulmones intactos, libres de bichos nefastos y tras redoble marchoso, vuelvan a la calle erguidos, con banderas y proclamas, con discursos y soflamas los líderes redimidos, sin siquiera sospechar que todo secesionismo es un virus en sí mismo que te puede contagiar.

LA ALDEA GLOBAL

¿Internet libre o controlado?

Alfonso Vázquez Atochero

Profesor de la UEx

Una parte de internet se ha convertido en los últimos tiempos en un hervidero de mentiras, chismorreos y mal ambiente. Evidentemente la trivialización del medio ha supuesto que se aleje del primigenio ideal romántico de un espacio de libertad donde compartir información y recursos para convertirse un escenario social paralelo, más mundano, donde se dan cita lo bueno y lo malo, lo legal y lo ilegal, lo exquisito y lo zafio.

Dentro de esta dinámica descontrolada, que ofrecería un caldo de cultivo para hacer experimentos sociales y de comportamiento humano, los cabecillas del big data aprovecharon ese potencial para analizar la manipulabilidad humana. Y vieron que no sólo era posible, sino que el negocio de los clicks y los likes además era muy lucrativo. A partir de ese punto, polémica en prensa, documentales sobre la manipulación a través de internet, declaraciones de Zuckerberg en el congreso y firmes propósitos de enmienda. Pero aprovechando el tirón y la concienciación -no deja ser ser una manipulación encubierta- Facebook se autolegitimó para iniciar nuevas acciones de censura. Que vamos a luchar contra las fakenews y contra los hoax (bulos) así como los mensajes que inciten al odio... vale, muy bien, pero de paso han ido un poco más allá y han metido en el paquete temas sensibles para los intereses políticos y comerciales estadounidenses, como el 5G, que será tema tabú en Facebook y Youtube. Porque a pesar del cuento de la aldea global, la democratización y la neutralidad de la red, los grandes magnates de la información digital son estadounideneses, y la red no responderá por lo tanto a intereses humanistas o planetarios. No seamos ingenuos.

CRISIS SANITARIA

No es un privilegio

Marc Lucas

Barcelona

Ser sanitario y salir de casa cada mañana para ir a trabajar no es un privilegio. El hecho de cruzarte solo con las palomas en medio de un desierto de calles vacías, persianas bajadas y autobuses de línea fantasmas no es un privilegio. Luchar cuerpo a cuerpo contra el enemigo invisible, llorar, tener miedo a morir (o matar), no es un privilegio. Que ningún partido político hubiese recortado en sanidad si hubiese sido un privilegio. Que hubiese habido personal sanitario, recursos y una buena (y coordinada) respuesta de la clase política habría sido un grandísimo privilegio. Sin embargo, aquí estamos, y resulta que este está siendo el auténtico privilegio: estar.