Manuel Castellanos

El Palmar (Murcia)

SALUD MENTAL

Durante el estado de alarma hemos sufrido todos, pero unos más que otros. El confinamiento y las medidas de higiene, así como la distancia social y el uso de la mascarilla, son vivencias nuevas para la gente normal, pero no así para los enfermos de trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Este trastorno no es un virus, pero es un monstruo que mi mente ha creado para que el mundo exterior no me agreda, no me contagie, no me anule como persona, no cambie mi identidad. Ahora bien, con el transcurso de los años se ha rebelado contra mí y es él quien ahora manda. Mi peculiar hedonismo hace que encuentre placer en ser su esclavo y no en ser un hombre libre. Me lavo las manos unas 30 veces al día; al llegar a casa me quito la ropa interior para tirarla a la basura; me practico cortes en la piel con una cuchilla de afeitar para descontaminarme; me ducho varias veces al día; si a distancia vislumbro a una persona considerada tabú por mi mente, comienzo a correr para evitar la posibilidad de conocerla y rozarme con ella. Ya sé que el covid-19 está matando a más gente, pero el TOC es una enfermedad mental que el Gobierno del señor Pedro Sánchez ignora. Cada día se quitan la vida 10 personas en España, y me temo que esta ratio aumentará. Nosotros necesitamos, pues, dos vacunas. Ojalá que ninguna de las dos llegue tarde.