De todos es sabido que después de la conquista de Alfonso IX de la ciudad de Cáceres se les concedieron a muchos caballeros el derecho de tierras y el poder construir sus moradas en nuestra ciudad, ello día lugar a muchos enfrentamientos entra familias venidas de diversos lugares de España, convirtiéndola en una ciudad muy belicosa.

Eso parece a raíz de los enfrentamientos habidos estos días entre los grupos de guías turísticos de nuestra ciudad. No sé quién tiene la razón entre ambos bandos, pero sí creo, que los dos se pasan en una cosa, han tomado la ciudad como si fuera de su propiedad y, solo ellos, se creen con el derecho de enseñarla a nuestros visitantes. Esto está sucediendo también en otras ciudades de turismo.

Llegado a este punto, yo me pregunto y hago extensiva la pregunta a nuestro ayuntamiento. ¿De quién es la ciudad?. Creo sinceramente que de los cacereños y, me vuelvo a preguntar, ¿pueden los cacereños enseñarla gratuitamente, sin ni siquiera recibir la más mínima propina a amigos o visitantes que acuden a nuestra ciudad atraídos por su interés cultural? Pues parece ser que no. Yo mismo he sufrido dos intentos de denuncias por estar explicando ciertos hechos de nuestra historia o de alguna parte de nuestra ciudad monumental, poniendo siempre como premisa que existen grupos de guías especializados que podían contarles con más detalles la historia de nuestra ciudad. Pero no todos los turistas que nos visitan están dispuestos a pagar un guía que los acompañe.

En las visitas que he realizado, jamás he aceptado la más mínima propina o pago por explicar cualquier detalle que previamente se me solicitado, pues nunca me he ofrecido a ello y solo cuando se han dirigido a mí, es cuando mi vena de cacereño se siente obligada a dar a conocer lo poco o mucho que uno conoce de su ciudad.

Soy asiduo visitante de nuestra ciudad monumental, al menos tres o cuatro días a la semana, tengo mi sitio preferido donde sentarme y disfrutar del mejor aire natural de la misma, en la Cuesta de la Compañía. Me siento en la poyata de la iglesia de San Mateo y allí no solo disfruto del frescor del aire que me llega de la plaza de San Jorge, sino también del mejor pase de turistas, disfrutando de los elogios de quienes han venido dispuestos a conocer Cáceres, pues por desgracia hay otros muchos visitantes que pasan sin apenas darse cuenta de lo que están viendo y podrían estar conociendo.

Deseo que este pequeño conflicto surgido entre nuestros guías oficiales se solucione para bien de todos y creo que deben ser ellos únicamente quienes cobren por su buen trabajo, pues para ello han requerido de una preparación previa cumpliendo además con los requisitos de pagar con los impuestos y cánones que les fija el ayuntamiento, pero que no quitan a los cacereños que así lo hacemos, el derecho de enseñar nuestra ciudad gratuitamente a familiares, amigos o algún turista que nos lo requiera.