La excelencia en el mundo empresarial siempre va unida a ciertos detalles que permiten identificar a una marca y que sirven para posicionarla en un lugar destacado entre su segmento de mercado. Una circunstancia que gana aún más fuerza en los sectores denominados “Premium”, en los que la capacidad de diferenciación y de aportar un notable valor añadido es una premisa indispensable.

Audi es un claro ejemplo de cómo consolidar un concepto a una marca de manera clara y meridiana, a través de un proyecto labrado a lo largo de 40 años en el que se ha combinado a la perfección ideas como seguridad, deportividad, tecnología y eficiencia. Y todo se resumen en una palabra; quattro.

La tracción integral del constructor alemán ha cumplido en 2020 sus primeras cuatro décadas. El Salón de Ginebra de 1980 fue el escenario elegido para presentar un innovador sistema de tracción integral permanente del que se puede afirmar sin temor a equivocarse, ha sido uno de los más destacados avances tecnológicos de la industria automovilística.

Un ejercicio de ingeniería que ha ido evolucionando a lo largo de los años, pasando de ser un argumento de deportividad en su gama de vehículos y éxito en el mundo de la competición, a mostrarse como la herramienta perfecta para reforzar la seguridad dinámica, y a convertirse en una pieza clave para el lema de la compañía; “A la vanguardia de la técnica”. Y es que, no hay mejor palabra que quattro para identificar a Audi.

En la actualidad, todas las líneas de producto, a excepción de la del A1, cuentan con modelos equipados con la tracción total quattro, en sus diferentes configuraciones. Un dispositivo que va asociado de manera directa tanto a sus gamas más altas, como es el caso de los A8, Q7, Q8 y Q7Q8R8, la nueva generación de SUV eléctricos, con el e-tron y el e-tron Sportbackcomo primeros protagonistas, así como en las versiones más deportivas S y RS. Durante 40 años, Audi ha fabricado más de 10,5 millones de vehículos “quattro” y en 2019, el 45 por ciento de los clientes de Audi eligieron modelos equipados con alguna variante de este sistema de tracción.

En continua evolución

Mucho han cambiado las cosas desde que Audi mostró el primer quattro. Aunque la esencia sigue siendo la misma. El Audi quattro original se presentaba como una variante con la carrocería modificada de un Audi Coupé, con tracción total permanente y un motor de 5 cilindros y 2.144 cc, culata de dos válvulas por cilindro, un turbocompresor con una presión de soplado de 0,85 bar y 200 cv de potencia. Con todo ello, el Audi quattro aceleraba de 0 a 100 km/h en 7,1 segundos, y alcanzaba una velocidad máxima de 220 km/h. Un coche de comportamiento dinámico extremadamente deportivo que iba a sentar las bases de un concepto de tracción particularmente adecuado para coches deportivos y modelos de gran volumen de producción, y que hasta el momento tan sólo estaba pensado para camiones y vehículos todo terreno.

En 1983 la marca de los cuatro aros desarrollaba el primer Audi Sport quattro. Concebido como Grupo B para tomar parte en los que se pueden considerar como los años más espectaculares del campeonato del mundo de rallies de la historia, tan sólo se construyeron 214 unidades de este brutal vehículo, por el que sus afortunados propietarios tuvieron que pagar la desorbitada cifra para la época de 200.000 marcos alemanes. Hoy en día los Audi Sport quattro y su siguiente generación de competición S1, son considerados auténticas piezas de colección con un valor muy superior.

Quattro y electricidad

A lo largo de estos 40 años y más de 10 millones de vehículos quattro, Audi ha sabido adaptar a la perfección su sistema de tracción a todo tipo de modelos y necesidades. Desde sus primeros orígenes estrictamente deportivos, se pasó a un concepto de representatividad y distinción en sus gamas de berlinas de lujo mas elevadas, a ser un complemento de seguridad en carretera en su catálogo intermedio. Ahora, Audi asocia quattro y la electricidad con la gama de vehículos 100% eléctricos e-tron en una combinación de alto rendimiento, eficiencia y economía.

La tracción eléctrica a las cuatro ruedas regula la distribución del par entre los ejes delantero y trasero de forma permanente y variable, garantizando las ventajas de la eficiencia de la tracción en un solo eje con las de la tracción y la estabilidad de las cuatro ruedas motrices. De este modo, en la actual gama demodelos e-tron, las ruedas traseras son las que impulsan el coche en condiciones normales de conducción, mientras que el motor delantero permanece desactivado. Al ser de tipo asíncrono no existen pérdidas asociadas por arrastre, de modo que esta disposición consume muy poca cantidad de energía. Por su parte, el eje delantero entra en acción en apenas unos milisegundos y de forma imperceptible para el conductor/a activándose únicamente cuando es necesario como, por ejemplo, cuando se solicita una alta transferencia de par, en condiciones de poca adherencia o en situaciones en las que se precisa una alta dinámica de conducción.