En el mes de abril, la directora del Hogar de Nazaret, Puerto González, decía que las residencias de mayores habían sido «las olvidadas» en la crisis del covid-19. Ni el centro, ni Cáritas Interparroquial, de quien depende, ni la Fundación Lares, en la que están integrados, quieren olvidar a los mayores fallecidos en la pandemia ni a sus propios residentes y trabajadores, ninguno de los cuales ha resultado contagiado y este jueves han celebrado un acto de reconocimiento y recuerdo. Es el primero en Plasencia dedicado a víctimas del covid.

En los exteriores, el sitio de su recreo durante el confinamiento, ha tenido lugar la celebración, con muchos de sus 80 residentes y una representación de sus 50 trabajadores, con su directora al frente. El obispo José Luis Retana, como máxima autoridad religiosa, la ha presidido, junto al responsable de Cáritas Interparroquial, Pablo Vicente, acompañados por otros de Cáritas Diocesana y la concejala Mayte Díaz en representación del ayuntamiento.

«Tenemos en la memoria a los mayores que han fallecido desde el 1 de marzo», señalaba la directora del hogar. González ha recordado a los que han muerto «solos, sin el apoyo de los suyos», a los que fallecieron en sus casas «y nadie les echó de menos» y a los que murieron por otras causas y no pudieron ser velados como merecían.

Sobre los que pasaron el confinamiento «recluidos en residencias», ha subrayado: «estamos en deuda con ellos. Han sido días duros, a veces se han hecho largos y angustiosos. Se merecen nuestro reconocimiento y admiración». A su vez, a los trabajadores les ha agradecido «su cariño y trato humanizante, les han cuidado con pasión y compasión, sin tener en cuenta horarios, vacaciones ni festivos».

Unos y otros se han llevado un gran aplauso y también ha habido momentos de silencio y oración. El obispo les ha dedicado igualmente palabras de agradecimiento y ha manifestado a las familias: «nosotros estamos cerca y sentimos ese dolor», al tiempo que ha dado esperanza porque «no se puede afrontar la muerte sin la esperanza de la vida con mayúsculas».

"No nos hagan invisibles"

El momento final ha sido la plantación de un árbol, un liquidámbar, al tiempo que sonaba de fondo el Canon de Pachelbel. El obispo, Pablo Vicente y la concejala han colaborado, mientras que un trabajador y una residente han colocado el símbolo de Lares y un ramo de flores. Este árbol servirá como recuerdo «de los que se fueron, de los momentos de miedo, de los lazos creados y las sonrisas transmitidas con la mirada», ha señalado un trabajador, que también ha lanzado una reivindicación: «no nos hagan invisibles, queremos seguir cuidando con pasión y con compasión».

Precisamente, Lares ha iniciado una campaña en la que clama contra esta invisibilidad para «seguir manteniendo la atención sobre los mayores y personas en dependencia, también, en la nueva normalidad. Necesitamos todas las ayudas posibles para seguir ofreciendo nuestro servicio esencial. La huella que está dejando el covid es muy profunda».