Si usted vive en la calle José Luis González Barrera, en la zona del polideportivo municipal, está de suerte. Cada tarde noche, cuando dan las ocho, puede salir del confinamiento global para mover el esqueleto y aislarse de la realidad. Desde la casa del número 10 retumba la música, de todos los estilos, y si mira hacia el balcón podrá ver coreografías, bailes, disfraces tematizados e, incluso, clases de zumba o aerobic. Posiblemente, el balcón más divertido de Almendralejo en estas fechas de encierro.

Estamos hablando de la casa de Tere Murillo y sus hijos Miguel y Álex, un trío que se ha convertido en un grupo de animación para los vecinos de esta zona desde el pasado 15 de marzo. «Ya el primer domingo de cuarentena salimos a animar. En principio, queríamos alegrar a los más pequeños, ya que enfrente hay un bloque grande de pisos donde sabemos que viven muchos niños. Pero esto se ha ido de madre y sale ya toda la calle a bailar», reconoce Miguel.​

Este balcón parte con ventaja para ser el más divertido. Tere es especialista en un centro de rendimiento como profesora de gimnasia y aeróbic. Los hijos, Miguel y Álex, han trabajado en discotecas y lo de bailar es pan comido. «He instalado mi ordenador, mi mesa de mezclas y tengo toda la música preparada. Cada día, a las 19.30 horas, empieza la fiesta». ​

Variedad​

Variedad​La casa se ha convertido en todo un atractivo. Tanto, que desde hace días hacen fiestas tematizadas. Comenzaron con una fiesta de superhéroes. «Repartimos máscaras y pedimos desde el balcón que hicieran máscaras de héroes para celebrar una fiesta para niños». A ella le siguió una fiesta de pelucas, otra de disfraces de carnaval y una sesión de ropa de pase. «Como si fuera un sábado». Ayer, los vecinos de la calle celebraron la Feria de Abril de Sevilla, ataviados con trajes de sevillana. «Y si seguimos así, tendremos que hacer San Marcos», dice Miguel.​

Álex y Miguel no paran de hacer bailes, «aunque la que verdaderamente mueve los hilos es mi madre, Tere. Desde horas antes ya está nerviosa y metiéndonos presión de que hay que preparalo todo bien». Y es que cada día, en casa de los Murillo, hay fiesta para todo el vecindario.