Estocada y herida profunda para los negocios de ocio nocturno, discotecas y bares de copas. Las nuevas órdenes impuestas por Sanidad con las consabidas restricciones del cierre de este tipo de negocios pueden llevar a la ruina a más de un empresario y dejar muy tocados a cientos de trabajadores y empresas que sobreviven del ocio nocturno. La medida de cierre sin plazo afecta a una treintena de bares de copas en Almendralejo. El sentir de todos sus responsables es el mismo: rabia, impotencia y desazón.

No entienden por qué son «el blanco fácil» para el Gobierno y, ni mucho menos, comparten estas medidas como soluciones a la crisis del coronavirus. Este periódico ha podido hablar con responsables de salas muy conocidas en la localidad y, desde luego, ya no hay pelos en la lengua.

«Es injusto e incongruente lo que han determinado, justo después de lo que nos ha tocado vivir. Salimos del confinamiento los últimos y ahora nos vamos los primeros», comenta Luis Miguel Díaz, responsable de Pub El Jato, El Whyski, Malibú o La Guarida, entre otros bares. Luismi no da crédito a lo decretado por el Gobierno: «estamos pagando justos por pecadores».

A este joven almendralejense, que se lanzó a modernizar varios de sus establecimientos invirtiendo gran parte de dinero en ajustarse a las medidas preventivas contra el covid-19, le incomoda mucho que se les trate de diferente forma que a bares y restaurantes. «Están tomando medidas muy raras. Ahora te podrás tomar las copas en bares, restaurantes o cafeterías, pero no en salas de copas. Que me digan la diferencia que hay en algunos bares de copas de Almendralejo sobre otro tipo de bares sin esa licencia. Es lamentable», enfatiza.

Desde su reapertura, negocios como El Jato llevan un escrupuloso control sobre el aforo, la distancia de seguridad y la higiene. «Hacéis más controles que en Barajas, nos dicen nuestros clientes. Y ahora te das cuenta de que no lo valoran».

Reconoce que tienen pendiente hablar con administraciones como el ayuntamiento, pero de momento, tendrán que acatar las normas y cerrarán este fin de semana. «Volveremos a las fiestas en chalets y casas, dónde parece que no hay contagios».

Impotencia

Paco Mulero, responsable de Manuela Copas, decidió emitir un comunicado decretando el cierre de esta semana y lamentando la situación por sus clientes. «Te quedas con cara de tonto. No encuentro diferencias entre sentarse en mi bar y en otro. Yo soy de los que opino que, si alguno lo hace mal, que lo desalojen y lo denuncien, como ya ha ocurrido. Pero no pagar justos por pecadores».

Paco reconoce que la situación les deja en un lugar muy delicado. «Es un palo económico porque aún no estábamos recuperados del cierre anterior de marzo. Estamos pagando las deudas de atrás y ahora vuelves a cerrar, después de una inversión para ajustarnos a las medidas. Esto puede ser el punto y final para muchos bares».

Para este empresario almendralejense, la medida va a ser demoledora para la economía local y para la cadena de proveedores que trabajan con estos negocios. «Han ido a la diana fácil».

Contundente

Hay empresarios más contundentes en sus mensajes como Pedro Serrano, responsable de la conocida Sala St’Patrick’s. «Se han amparado en una postura populista. Parecemos los apestados de esta sociedad. El Gobierno asume que los aeropuertos son unos coladeros y la culpa la tiene el ocio nocturno», dice con asombro.

Serrano critica que Vergeles y Vara no hayan sido más contundentes en la reunión interterritorial de Sanidad y lo fundamenta al no existir rebrotes de covid-19 asociados al ocio nocturno en la región. También deja muy claro que «el plan de desescalada del Gobierno ha sido un fracaso y ahora lo excusan en el ocio nocturno, en el blanco fácil. Ahora asistiremos a la reconversión de bares y cafeterías en discotecas. Y allí no habrá virus».

La desesperación es una realidad en estos negocios. «Que nos dejen trabajar, que sabemos hacer un ocio responsable», espeta Pedro Serrano. De momento, este fin de semana, se apagan las luces de las discotecas.