Las dos prisiones extremeñas han registrado al menos seis peleas y tres plantes en poco más de tres semanas, las primeras de vigencia del estado de alarma, un periodo en el que también se han producido un intento de fuga y dos de suicidio, según se ha informado desde la asociación de trabajadores de Instituciones Penitenciarias Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM), que ha denunciado también la falta de medios de protección con los que deben hacer frente a la crisis de covid-19. Casi una veintena y media de reclusos han tenido que ser puestos en aislamiento por estos incidentes, que superan ya la docena.

«Afortunadamente, los funcionarios han logrado desactivar todos estos intentos de fuga, plantes, motines y altercados violentos, logrando reconducir y controlar la situación, consiguiendo evitar en todos ellos graves problemas de seguridad de consecuencias imprevisibles, debido a la gran tensión existente en ambos centros penitenciarios», indican fuentes de este colectivo. Una tensión que tiene su origen, se explica, en la suspensión de las comunicaciones con el exterior, en la escasez de drogas, «los ajustes de cuentas, y la añadida incertidumbre y desasosiego que genera el covid-19 en una población reclusa inmunodeprimida, con un gran número de politoxicómanos y una elevada tasa de internos con patologías psiquiátricas de base».

Con la declaración del estado de alarma, el Ministerio del Interior ha aplicado en las cárceles españolas rigurosas medidas para evitar la expansión del coronavirus, que han incluido la prohibición de cualquier relación no telefónica o telemática de los presos con sus familiares, amigos y abogados o los permisos de salida. Todo ello ha conllevado que tampoco pueda recurrirse a los canales más frecuentes para introducir estupefacientes en los recintos penitenciarios. Durante la primera semana de aislamiento, por ejemplo, «se multiplicaron las consultas médicas por dolores de espalda y musculares asociados, debidas según criterio médico, al síndrome de abstinencia», precisan las mencionadas fuentes.

Este cóctel de factores ha desencadenado «un estado de ansiedad en un nutrido grupo de internos, que pone en riesgo su propia integridad y la de los profesionales, que se están viendo abocados a evitar y solventar numerosas situaciones de estrés y violencia».

Nada más comenzar el estado de alarma, el lunes 16 de marzo, hubo ya una pelea multitudinaria en el comedor del módulo 2 del centro penitenciario de Cáceres durante el reparto de la comida que llevó a aislar a cuatro reclusos, a los que se sumaron otros tres por la tarde al continuar las reyertas. A finales de esa semana se produjeron sendos plantes en los módulos 1 y 2 de la cárcel de Badajoz, el segundo de ellos al negarse los internos a subir a sus celdas, alegando la «falta de información» recibida por parte de la dirección del centro acerca del covid-19». El mismo día del segundo de estos episodios, el sábado 21 de marzo, se incautaron varias armas blancas y se abortó un intento de fuga que fue neutralizado, «gracias a la gran coordinación» entre el personal de vigilancia exterior, de la que se ocupa la Policía Nacional, y los funcionarios, una vez que el interno ya se encontraba el recinto de seguridad exterior. Esa mañana, los funcionarios ya habían tenido que intervenir «para aplacar un conato de pelea» en el que este recluso había estado involucrado. En este sentido, se lamenta que «debido a la mala gestión en materia de seguridad perimetral de las prisiones, no hay suficientes efectivos de Policía y Guardia Civil y a causa de ello, la barrera de la garita de acceso a la prisión de Cáceres permanece abierta de par en par, sin ningún tipo de control de entrada o salida de personas y vehículos».

POCOS MEDIOS / En cuanto a la falta de medios de protección, esta asociación lamenta que aún a día de hoy se continúen entregando mascarillas «de peor calidad», que se carezca de guantes de nitrilo y, en el caso del centro pacense, también de soluciones hidroalcohólicas. Tampoco se cuenta con protecciones oculares, «más que las que nos han donado particulares y oenegés» ni con batas impermeables. Las mascarillas quirúrgicas comenzaron a entregarse a los funcionarios el día 18, «una por ciclo completo, es decir, una por cada 5 jornadas de trabajo, 40 horas en total.

«Desde que se decretó el estado de alarma ninguno hemos sido sometidos a test de detección del covid-19, ni se ha procedido a desinfectar a día de hoy ninguno de los dos centros», se critica. «Es cierto que hasta la fecha no tenemos ningún positivo en las cárceles extremeñas, pero no lo es menos que de haberlos no lo sabríamos, puesto que nadie ha realizado test en ellas», se remacha.

En este punto, se agradece a la oenegé Confines Solidarios, la Guardia Civil, la Escuela Politécnica de Cáceres, Aupex, y una particular de Barcarrota, la entrega de material de protección sanitaria de forma altruista a los trabajadores de Instituciones Penitenciarias.