Altos cargos del Gobierno estadounidense están presionando a las agencias de inteligencia para que encuentren alguna prueba que sirva para vincular el origen del coronavirus a un laboratorio chino, según publica este jueves The New York Times. Las gestiones se basan en la teoría no demostrada hasta ahora de que el Sars-Cov-2 podría haberse gestado de forma deliberada en un laboratorio de Wuhan, una idea que han promovido dirigentes como el secretario de Estado, Mike Pompeo. Por el momento, sin embargo, lo esfuerzos de la Administración por encontrar culpables a su mala gestión de la crisis no están dando frutos. La oficina el Director General de Inteligencia dijo esta semana que no cree que el virus fuera manufacturado en un laboratorio.

Las presiones a los servicios de inteligencia para responsabilizar a China del virus recuerdan a las que puso en marcha en su día la Administración Bush para acusar a Saddam Hussein de tener armas nucleares, la falacia que sirvió de pretexto para invadir Irak en 2003. Esta vez también han ido precedidas por una campaña de relaciones pública lanzada por Donald Trump y sus aliados republicanos en el Congreso para responsabilizar al gigante asiático de todos los males de la pandemia. El presidente ha acusado a Pekín de ocultar información y ha llegado a decir que su Gobierno está dispuesto a hacer lo que sea necesario para impedir que sea reelegido en noviembre.

La diplomacia estadounidense lleva días pidiendo a China que permita a sus científicos acceder al Instituto de Virología de Wuhan, la misma ciudad donde el virus se transmitió por primera vez a los seres humanos. Ni a nosotros ni al mundo se le ha concedido acceso, dijo Pompeo esta semana. No sabemos cuál fue exactamente el origen del virus. Hace unos días se publicó que el Departamento de Estado fue advertido hace dos años de la falta de seguridad con la que mencionado laboratorio de Wuhan estaba llevando a cabo experimentos con diversos coronavirus de murciélago.

En los cables no hay pruebas que respalden la teoría del virus manufacturado o la posibilidad de que fuera concebido como un arma bioquímica, pero han dado alas a la teoría de la conspiración. La Casa Blanca se está incluso planteando pedir reparaciones económicas a China por cada uno de los muertos estadounidenses de la pandemia, una cifra que supera los 60.000 fallecidos. El consenso científico, apoyado tanto por la Organización Mundial de la Salud como el Centro de Prevención de las Enfermedades de EE UU, sostiene que el Sars-Cov-2 se originó en murciélagos antes de saltar a algún mamífero, probablemente el pangolín, y de ahí a los seres humanos.

Las gestiones de la Casa Blanca para que la inteligencia valide sus conclusiones predeterminadas no están dando resultados. La oficina del Director Nacional de Inteligencia anunció esta semana que el virus no fue manufacturado ni genéticamente modificado, pero añadió que seguirá investigando para determinar si la epidemia se originó por el contacto con animales infectados o por un accidente en el laboratorio.