A César Castro Valle (Plasencia, 31 de mayo de 1999) nada le asusta ¿Confinamiento? ¿Coronavirus? Ni uno ni otro término, devastadores psicológicamente, tumban a un nadador que ha sido capaz de resurigir cuando sucesivas lesiones, con tres operaciones de hombro incluidas, quisieron ahogar sus sueños. Hace más de cuatro años, cuando aún no había cumplido los 17, logró billete para Río. Se los perdió por una de sus diábolicas dolencias. El año que viene espera desquitarse y estar en Tokio.

«He pasado momentos complicados, y a mí esto no me va a hacer venirme abajo». Inasequible al desaliento, el ahora velocista Castro entrena «sin un horario estricto» en su domicilio placentino, con la ayuda de su familia y su inseparable Kia, a quien pasea cada mañana por los alrededores de su casa antes de ponerse a entrenar en el salón, donde ha montado su particular y modesto ‘gimnasio’.

Castro fue el último extremeño en competir. Justo cuando se desató la crisis sanitaria participaba con el Santa Olaya, su club gijonés, en Edimburgo, Escocia, en un encuentro internacional, en el que batió el récord nacional de 200 libres. «Fue una odisea la vuelta, tuvimos que esperar un montón de horas, y de Barcelona a Gijón volver en coche, no había avión», relata.

Ahora, el día a día es duro para él, que asume que el parón le ha llegado en un excelente momento. «En el Open de Sabadell del próximo fin de semana estaba todo preparado para intentar conseguir la marca». Y es que hay dos lecturas, no solamente la negativa. Lo bueno es que él tiene un año más para conseguirla (está muy cerca), pero todo iba muy bien encaminado. «Se tarda unos seis meses para estar en forma», calcula. No hay piscina. El rodillo y las carreras en su hábitat son claramente insuficientes.

Ese entrenamiento se produce de diez a doce de la mañana, «más o menos». El resto corresponde a un deportista que se cuida. Nada es suficiente. Nada está perdido. Tampoco para el otro extremeño con opciones olímpicas, Miguel Durán, con el que tenía opciones de disputar la clasificación en el 4x200 del equipo nacional para la cita olímpica. «Espera que podamos estar los dos», desea el placentino sobre el que es, a veces, rival en la piscina. Su relación es buena, «aunque en la competición no hay amigos», dice distendido.

Castro completa un curso on line de marketing, aunque lo que realmente le apasiona es la carrera de Fisioterapia. Este año ha habido un problema adminstrativo que le ha impedido seguir, pero la retomará el próximo curso, que espera termine de la mejor manera.