Que baje la presión hospitalaria generada por el coronavirus es una gran noticia. Desde este lunes, la planta tercera oeste del Hospital Universitario de Badajoz ha vuelto a dedicarse a Cirugía General. Fue la Covid-1: la primera planta de este edificio que se abrió al inicio de la epidemia y que ha acogido a una media de diez pacientes. El pasado fin de semana se limpió y ya funciona como una planta «normal».

Evacuar la planta de Cirugía General para dedicarla a estos enfermos fue una decisión que la dirección del Hospital Universitario de Badajoz adoptó a finales de febrero dentro del plan de reordenación por el covid. Para las enfermeras fue «un jarro de agua fría», según reconoce la supervisora de la tercera oeste, Esther Diestre. No entendieron la decisión. Según les dijeron, el motivo fue la ubicación estratégica de esta planta. «Fuimos nosotros los elegidos», dice ahora. Empezaron entonces a leer e investigar por fuentes oficiales, porque para estos profesionales la enfermedad también era una desconocida. «Asumimos que no nos quedaba otra que coger el toro por los cuernos y empezamos a llevar el asunto adelante, fuimos aprendiendo», relata.

En principio ingresaban pacientes sospechosos a la espera de resultados. En una semana entraron pocos enfermos hasta que llegaron los positivos. Pero había otros sospechosos y se habilitó para ellos la quinta del lado este, antes de Traumatología. Posteriormente se necesitó la quinta oeste, que era de Neumología. Como tampoco era suficiente para los sospechosos, se dedicó la cuarta este.

La supervisora de la tercera oeste reconoce que «hemos pasado semanas muy malas». Malas por «el miedo y la incertidumbre». Al principio los pacientes no eran graves, jóvenes que entraban y salían. Después llegaron más mayores y alguno fue derivado a la UCI. «El miedo no era por estar allí», aclara. Esta enfermera asegura que nunca han estado escasos de material. «Yo veía lo que ocurría en otros hospitales y me echaba las manos a la cabeza, pero a nosotros no nos han faltado ni mascarillas, ni batas y hemos podido disponer de lo necesario». Por esa parte estaban tranquilos, su miedo era qué llevaban a sus familias cuando se marchaban a casa. «Por suerte, somos un gran equipo, nos hemos apoyado unas en otras, hemos pasado por distintas fases, al principio fue de ira, hasta que lo asumimos y empezamos una rutina de trabajo que nos ha permitido hacerlo llevadero y salir todas ilesas».

«MUY CONTROLADA»

Afortunadamente en el área de Badajoz la incidencia de la enfermedad desde el punto de vista «hospitalario» ha estado «muy controlada», nada comparable a Cáceres o Plasencia. El mayor pico en el hospital pacense se registró entre la primera y segunda semana de abril, con 40 pacientes «y más o menos lo hemos podido llevar bien», manifiesta el médico internista Agustín Pijierro. A partir de ese momento los ingresos se han ido «conteniendo». Finalmente, cuando han visto que «los números caían» la semana pasada, la dirección tomó la decisión de cerrar la tercera planta, que ha recuperado su tarea habitual.

Las enfermeras pensaban que cuando ese momento llegase iba a ser «un respiro», pero en el fondo «nos ha quedado un regusto de decir: que ya que estábamos, podríamos haber terminado». Se sienten reconocidas por todos los apoyos recibidos, a pesar de que al principio, incluso los propios compañeros del hospital «te miraban como diciendo, que no se arrime a mí». La «espinita» que les queda es no haber cuidado bien a los pacientes, aunque ellos se mostrasen agradecidos. «Pero a nosotras nos gusta estar más al pie del cañón» y los exigentes protocolos de protección no les permitían atenderlos al momento. No es eso lo que los enfermos y sus familias les han transmitido.

La planta cuarta este ha sido la siguiente que ha cerrado la semana pasada y se mantienen aún abiertas dos: la quinta oeste, con los casos positivos (ahora mismo hay 10) y la quinta este para sospechosos (ayer había 12), a la espera de los resultados de la PCR. En la UCI había tres personas, cuando su pico ha llegado a ser de 13 ingresos. «Ahora la presión no es la misma, han bajado tantos los paciente sospechosos como los positivos y desde la semana pasada a ésta hemos tenido un saldo negativo, empezamos con 14 ingresados y vamos por 10 y el fin de semana no ha ingresado nadie, la tendencia es muy buena», remarca el doctor Pijierro.

A pesar de esta progresión, este médico dice que prefieren mantener «la cautela». «Sabíamos que las medidas de confinamiento nos habían venido bien y que somos una comunidad que para lo bueno y para lo malo estamos aislados del resto y no ha tenido el impacto que en otros sitios». Pero «siempre nos quedaba la duda de saber cómo se iba a comportar sobre todo en sitios preocupantes como residencias de ancianos, centros de día, de diálisis y el propio hospital, nos daba mucho miedo, porque en otros ocurrió que la infección se metió y contaminó a sanitarios y otros pacientes». Eso les ha hecho estar siempre alertas y siguen estándolo, «porque aunque los datos son muy buenos, manejamos mucha incertidumbre y tenemos que ser precavidos».