El teletrabajo masivo ha destapado la tarea pendiente de la conciliación en España, una realidad que ha venido para quedarse y que está provocando mayores sacrificios en las mujeres que en los hombres al cuidar a los niños sin colegio, hasta el punto de que muchas están renunciando ya a trabajar.

Así lo revela un estudio elaborado por la asociación Yo No Renuncio, que en Change.org ha recogido 150.000 firmas para pedir a las administraciones públicas medidas urgentes para la conciliación en tiempos de coronavirus y con un horizonte de apertura de colegios todavía incierto y susceptible a rebrotes.

"Las familias no somos prioridad en esta sociedad. Nunca lo fuimos. Y ni siquiera una pandemia global como la del coronavirus ha hecho que esto cambie", ha denunciado a Efe Laura Baena, del club de Malasmadres.

Reclaman al Gobierno con sus firmas "garantizar el teletrabajo por imperativo legal, facilitar la adaptación y reducción de jornada sin pérdida salarial y una ayuda retributiva a la contratación de personal para cuidar a los menores".

Sin colegios

Baena ha señalado que de la tarea de cuidar a los niños sin colegio en este confinamiento se están ocupando más las mujeres, en la línea del reparto de roles que ya existía antes de la COVID-19, pero ahora las consecuencias son especialmente graves para ellas, porque "muchas están renunciando", esto es, pidiendo permisos no retribuidos, excedencias e, incluso, dejando el trabajo.

"No podemos dar pasos atrás", ha añadido la publicista, que tuvo que reinventarse laboralmente tras ser madre por las dificultades para conciliar y que recuerda que ya antes de la pandemia 6 de cada 10 mujeres renunciaban a su carrera profesional al ser madres.

Según un estudio elaborado por la asociación a finales de marzo, al que respondieron 12.600 personas, la corresponsabilidad ha empeorado durante el estado de alarma en el 13 % de los hogares españoles, mientras que en el 66 % se ha mantenido igual que antes (con más trabajo para ellas).

Respetar horarios y flexibilidad

Reclaman en ese sentido "flexiblidad" de las empresas para que establezcan objetivos semanales para la autoorganización y también que se respeten los horarios.

Miriam, una empleada de banca que estos días teletrabaja, o lo intenta, con dos menores de 5 y 11 años, denuncia que su jefe le ha advertido que están haciendo seguimiento de las horas en las que se conecta a la plataforma de trabajo y que no está rindiendo como antes.

Otra madre, Clara, periodista, explica igualmente que para su jefe "desde que llegó el teletrabajo no hay horarios". "A cualquier hora te pueden enviar trabajo o llamar porque estás en casa y parece que tienes que compensarle eso al periódico", denuncia. "Es como que todas las conquistas sociales de horarios y derechos en el teletrabajo en casa no existen. Aquí nunca llegó esa revolución. Y los comités sindicales están a verlas venir", ha añadido.

Por otro lado, significativo es también el modo como han reconvertido la casa en espacios de trabajo y escuela: su pareja, Juan, teletrabaja desde la habitación desde primera hora, mientras que ella comparte "despacho" en el comedor con su hijo de cinco años, al tiempo que está pendiente de él durante casi toda la mañana para que no se pierda las clases telemáticas.