«Nefasto». Así define este periodo Mari Carmen Expósito, presidenta de la Asociación Extremeña de Familiares de personas con Alzheimer (Afaex), «tanto para el cuidador como para el enfermo, que ha sufrido la pérdida de sus capacidades», añade. El confinamiento ha cortado de raíz las terapias que seguían las personas con necesidades especiales, como enfermos de alzheimer o personas con discapacidades físicas y/o mentales: «Han dejado de hacer sus actividades de la vida diaria, los trabajos de psicomotricidad», describe Diego Zamora, de la Asociación Extremeña de Discapacitados Sin Barreras (Adesiba).

El confinamiento ha supuesto por tanto un doble sufrimiento para estas personas, porque no solo no han podido salir de casa, lo que les merma como a cualquier otra persona, sino que tampoco han podido acceder a sus terapias particulares, empeorando sus condiciones individuales.

Estrés físico y mental

Estrés físico y mentalEllos empeoran y sus familias sufren el estrés físico y mental de estar pendientes de ellos las 24 horas del día, sin ningún tipo de tregua. «Es bastante duro, para ellos el no poder salir siquiera a la calle y para los cuidadores una mayor carga de trabajo», narra Expósito.

«Durante este tiempo hemos intentando seguir trabajando con ellos, a través de Includes también, estar pendientes aunque sea de manera telemática», dice Zamora.

Sus seres queridos han trabajado con ellos desde casa pero lo que no es secreto es que, siguiendo la propia condición del ser humano, estas personas no obedecen a su familia igual que lo hacen con las personas que les dan la terapia: «Tendemos a tratar mejor a lo ajeno y claro, cuando los ejercicios se los manda alguien de su casa, muchas veces no les hacen ningún caso», afirma Expósito.

Por otra parte, las familias tampoco cuentan con la capacidad y el conocimiento de aplicar estas terapias como lo haría un profesional.

Temen, además, que este parón en el trabajo del desarrollo físico y/o cognitivo de estas personas sea irreversible.

Este periódico ha hablado con algunas de ellas. A continuación, las historias y vivencias de tres familias que han tenido que hacer frente a un doble clavario: el confinamiento y las necesidades especiales sin ninguna ayuda.