Nombres de dulces artesanos que con solo pronunciarlos saben a gloria: yemitas de Santa Clara, corazones de vino, merengues, sultanas, galletas rizadas, tejas, corazones y mantecados de almendras, perrunillas, magdalenas, bizcochos y tocinillos de cielo. Siempre resulta una delicia acercarse al Monasterio de Santa Ana de Badajoz a escuchar la reposada voz anónima que toma nota del pedido y lo entrega haciendo girar el torno. Ahora también se pueden comprar ‘on line’.

Tras cinco siglos de clausura, las nuevas tecnologías han abierto las puertas de este convento, que aun preservando el patrimonio de su rica historia pasada, no renuncia a los avances del presente para asegurar su futuro. Desde hace varios años, la fraternidad de clarisas franciscanas que habita este monasterio, situado en la calle Duque de San Germán, mantiene una página web para dar a conocer su forma de vida y tiene perfil en Facebook. Su entusiasmo digital no se ha detenido y ahora que el resto del mundo ha probado los sinsabores del confinamiento, han decidido adaptarse a las nuevas formas de venta a domicilio sin salir de casa.

Coincidiendo con la desescalada, estas monjas han dado un paso para dar mayor libertad a los productos de su obrador. Desde este lunes, ofrecen sus dulces a través de la página de Badayork, una tienda on line de negocios locales de Badajoz (https://badayork.com/producto/clarisas-santa-ana). Su oferta hará las delicias de los más golosos, que sin levantarse del sofá podrán añadir al carrito lo que las clarisas hornean con tanto mimo.

La venta de dulces se paralizó con el estado de alarma y coincidiendo con la reapertura de las tiendas, también ellas han reanudado la actividad del obrador y han vuelto a girar su torno. En este tiempo habían dejado de hacer dulces para respetar las medidas de confinamiento. Trabajan para vivir y como no han podido hacerlo «nos hemos tenido que ajustar el cinturón como todo el mundo, los ahorros se terminan y hay que recuperar la economía», cuenta la hermana Rosa María Gamero. La necesidad agudiza el ingenio y por eso pensaron en cómo llevar sus productos a domicilio.

Esta semana han vuelto a poner a la venta sus dulces de forma presencial, y para «aquellos a los que les dé todavía miedo salir de casa» decidieron sumarse a esta iniciativa de venta on line. Las monjas envasan los pedidos y Badayork los recoge y entrega a domicilio. En solo tres días han atendido media docena de encargos, sobre todo de magdalenas. Como fe no les falta, confían en que vaya a más, a medida que se corra la voz entre paladares exquisitos.