Ya están aquí. Se les vio por primera vez en China, con sus monos blancos, sus mascarillas, sus gafas, sus mochilas cargadas de producto desinfectante y sus lanzas de fumigación. Después la imagen se repitió en las calles y plazas de Italia y cuando el coronavirus ha empezado a acampar en España, han ido apareciendo en otras comunidades autónomas. Los monos blancos están en Extremadura. Se los ha enfundado la Unidad Militar de Emergencias (UME), cuyos efectivos han vuelto a la comunidad extremeña, en la que estuvieron hace meses para colaborar en la erradicación del camalote en el río Guadiana. Esta vez el enemigo no es verde sino invisible y solo se deja ver en la enfermedad. Ahora están aquí para colaborar en la desinfección de lugares de confluencia y puntos críticos.

Un total de 43 efectivos de la UME y 11 vehículos procedentes del destacamento de Sevilla están en la región apoyados por soldados de la Brigada Extremadura XI con sede en la base general Menacho, que desde la noche anterior empezaron a realizar servicios de vigilancia y patrulla como medida disuasoria en distintos puntos de Badajoz. Esta mañana se desplegaron en la capital pacense el Regimiento de Infantería Saboya 6 y la Compañía de NBQ del Batallón del Cuartel de la Brigada XI.

Los efectivos de la UME estuvieron realizando labores de desinfección en la estación de trenes de Badajoz y en las de Renfe y de autobuses de Mérida. Ya por la tarde, sus integrantes se dirigieron al municipio cacereño de Arroyo de la Luz, donde tenían previsto llevar a cabo la descontaminación de la guardería, la plaza y el centro de mayores de la localidad, el primer foco de esta enfermedad en Extremadura, donde sus vecinos están confinados sin la opción de poder salir del municipio sin motivos justificados. Arroyo de la Luz ha registrado tres fallecimientos y casi una treintena de casos positivos por coronavirus. Antes de la llegada de la UME a esta localidad, su ayuntamiento emitió un comunicado dirigido a los vecinos para informarles de que estos efectivos estaban allí para colaborar en las tareas de desinfección de calles y mobiliario urbano. «Sabedores de que siempre la presencia de una entidad militar es llamativa, en este caso queremos informar de que es para ayudarnos a luchar contra el virus, como están haciendo en numerosos puntos de la geografía nacional y regional», les explicó para tranquilizarlos.

Operación Balmis

La presencia de esta fuerza militar en la comunidad extremeña forma parte de la Operación Balmis, que ha desplazado a más de un millar de efectivos en 13 provincias del país. La Delegación del Gobierno en Extremadura había informado a primera hora de la mañana de que llegaban a la región integrantes de la UME, que empezaron a congregarse hacia las 10.00 horas en la estación de ferrocarril de la capital pacense junto a militares de Bótoa. Dos camiones con depósitos para la desinfección y otros dos vehículos de la UME, entre ellos una ambulancia, con 18 efectivos, aparcaron en el lateral de la estación y otra veintena de soldados llegaron repartidos en varios jeeps.

Desinfección en uno de los andenes / SANTI GARCÍA

En la estación de ferrocarril hasta ese momento había poca actividad, salvo la de los trabajadores de la constructora que lleva a cabo las obras de mejora de las instalaciones. Los dos únicos trenes de esa mañana, uno procedente de Villanueva de la Serena y otro de Cabeza del Buey, habían dejado en los andenes solo a 4 pasajeros: 3 el primero y uno el segundo. A lo largo de todo el día, a la estación de Badajoz estaba prevista la llegada de 7 trenes y la salida de 6. Habitualmente en estas instalaciones no hay aglomeraciones aunque sí movimiento de viajeros. Pero en los últimos días se ha notado que ha bajado bastante la afluencia de pasajeros, hasta resultar casi testimonial.

Poco antes de las once empezaron a organizarse las tareas de desinfección. Cuatro miembros de la UME se enfundaron los monos blancos, las mascarillas, los guantes de protección y las botas de goma, cargaron con las mochilas y las varas de fumigación y tras recibir las instrucciones en corro, comenzaron las labores de minuciosa limpieza, empezando por los andenes, hasta cubrir todo el perímetro de la estación de trenes, también en el exterior.

Poca afluencia

Pocos viajeros y menos ciudadanos había en las inmediaciones. Los militares que acompañaron las labores de la UME se encargaron de informar a quienes pasaban por las cercanías de que no podían aproximarse porque estaban limpiando con desinfectante, para evitar que les salpicase. Algunos tuvieron que cambiar su recorrido, porque les impidieron atravesar las vías por el puente que enlaza San Fernando con el Progreso.

A hacer la compra en un supermercado próximo se acercó Juan Francisco Benítez, cuando se topó de repente con el despliegue militar en la estación. Le extrañó, pues reconoció que «no los esperaba tan pronto, pero ya dijo el Gobierno que iban a hacerlo». Este vecino estaba convencido de que los soldados estaban allí «para controlar, porque a la estación de tren viene mucha gente, aunque hoy hay poca». Como la mayoría de los ciudadanos, Juan Francisco llevaba tres días encerrado en su vivienda, situada a pocos metros de la estación, con otros cuatro miembros de su familia, que se quedaron en casa mientras él se dedicaba a llenar la despensa y la nevera. Los que peor lo están llevando «son los niños». Ayer al menos tendría una anécdota que contarles a su llegada.

Limpieza en las calles de la ciudad / SANTI GARCÍA

Tampoco Jéssica Mejías esperaba encontrarse a los militares en la estación. «Me parecen sorprendentes todos los medios que se están desplegando en Extremadura y creo que es una gran labor con nuestra región», se manifestó orgullosa, a lo que añadió su visión de que «así estamos en igualdad de condiciones que el resto de las comunidades autónomas».

Varios pasajeros aguardaban la llegada del tren con destino a Mérida que tenía la salida anunciada a las 12.30 horas. Uno de los primeros en llegar fue el canario Miguel Fajardo, que pretendía regresar a su tierra tras pasar unos días con familiares en Badajoz. Tampoco esperaba encontrarse con tantos soldados, y menos que lo obligasen -amablemente- a permanecer en el exterior hasta que los de los monos blancos terminasen de fumigar. Miguel tenía billete para Madrid (su tren hacía transbordo). Había comprado uno de avión desde Badajoz a la capital de España con Iberia, pero se lo cancelaron y dos días antes tuvo que reservar otro vuelo que salía desde Madrid, adonde llegaría en tren. También se mostró satisfecho con la presencia de los militares. «Me parece que está muy bien, que es un trabajo bastante excepcional y además garantizan que la gente permanezca en sus casas, porque es por una necesidad».

El mismo tren estaba esperando Puri Contreras para irse a Mérida y desde la capital autonómica regresar a Calera de León, donde reside. Había ido a Badajoz en autobús para pasar una consulta médica en el hospital Perpetuo Socorro. Después tenía que realizar gestiones en Mérida, donde posiblemente también se encontraría con los efectivos de la UME, cuyo papel tenía claro: «A obedecer, cumplir y respetar lo que nos digan y punto, me parece estupendo que esté el Ejército, porque su misión es protegernos y servirnos». No le sorprendió su presencia, al contrario, «me lo esperaba, tal y como están las cosas». En el aire quedó si tras la operación de ayer y de hoy, la Unidad Militar de Emergencias volverá. Tiempo queda por delante para continuar esta lucha.