Por el Camino Llano bajo pasaban hace muchos, muchos años, las lavanderas que procedentes de Fuente Concejo se dirigían a la plaza Mayor a lomos de sus cestas de mimbre cargadas con las sábanas de blanco inmaculado que luego repartían entre los señoritos que vivían en la gran urbe. Tiempo después, con eso de la proliferación de las lavadoras, el oficio terminó muriendo, como está sucediendo con esta pandemia, que no entiende de pobres ni de señoritos, ni de oficio ni beneficio porque todo lo que encuentra lo devora. Es una especie de Nostradamus, de amenaza bíblica, de jornadas en las que aparecen videntes que en televisiones de tres al cuarto predecían la llegada del apocalipsis, con 40 terribles días en los que el mundo pararía en seco.

Sí es verdad que en los balcones del Camino Llano bajo han comenzado a crecer de forma desmedida las plantas; hasta los cactus han echado flores y por primera vez se escucha el sonido de los pájaros porque apenas pasan coches y ya no se oyen los insultos de conductores agresivos que llegan tarde a recoger a sus hijos del Padu.

El hombre se ha confinado y las flores y los animales se han adueñado del planeta. Luce el sol o llueve y el cielo está cada día más limpio.

En uno de los pisos del barrio vive Julia. Su hermana reside en BCN, dice ella (en Barcelona, vamos, para entendernos), y está haciendo teletrabajo desde casa. "Papá y mamá se encuentran bien, algo menos nerviosos que hace unos días", comenta aliviada.

Lo que más echa en falta Julia es poder abrazar a su sobrino, que es su debilidad. "El peque, genial, ya sabe decir caracol y gallina", confiesa entre la alegría y la melancolía.

El Camino Llano bajo se está empleando a fondo en esto de los aplausos. El vecindario sale a las ventanas, aplaude, canta 'Resistiré'. Siempre ha ganado el Camino Llano bajo al Camino Lano alto, por mucho que ellos tengan el Consum y la galería Helga de Alvear, que por cierto dicen unos ingleses en una publicación que ha quedado de puta madre,

Julia ha hecho esta mañana una foto a una de sus macetas. El tiesto es de cristal y muestra una leyenda que dice: "Tú, yo y el mar". Julia la cuelga en su instagram mientras le escribe por whastsapp a un compañero de trabajo: "Aplaude mucho, que se nos escuche en todo Camino Llano, eh".