Todos los líderes políticos los incluyen en sus programas electorales, los ofrecen en el Congreso y prometen trabajar por conseguirlos. Pero los pactos de Estado, esos grandes acuerdos de país que unen a pesar de los colores políticos, han sido una rareza en la historia democrática. Apenas ha habido un puñado de ellos, y la unanimidad siempre ha ido acompañado de un “casi”. Ahora, tras el azote de una pandemia que deja más de 25.000 muertos y aboca a una crisis profunda, los partidos se dan cita para acordar juntos la reconstrucción.

Será en una comisión del Congreso, a petición del PP, líder de la oposición. El Gobierno quería reeditar una estructura más parecida a aquellos Pactos de la Moncloa de 1977 que se gestaron fuera de la sede parlamentaria, donde después recibieron solo un voto en contra. La hemeroteca deja pocos visos para la esperanza. Las últimas comisiones creadas para alcanzar grandes acuerdos han acabado en fracaso: la de la modernización del modelo autonómico, la del pacto de Estado por la Educación o la encargada de renovar el Pacto de Toledo. La Educación es un buen ejemplo de lo difícil que es lograr acuerdos en temas de Estado. Ninguna de las leyes educativas ha contado con el respaldo de los dos grandes partidos, sino que éstas han ido cambiando conforme lo hacía el inquilino de La Moncloa.

En los últimos 20 años solo se han sellado dos grandes acuerdos entre gobierno y oposición: el Pacto Antiyihadista (2015) -que no firmaron ni Podemos ni los nacionalistas pero llegó a congregar a todos los partidos en sucesivas reuniones en la sede de Interior- y el Pacto de Estado contra la violencia machista (2017), alumbrado en el seno de una comisión parlamentaria. No tuvo votos en contra pero tampoco unanimidad, pues Unidas Podemos se abstuvo en la votación del informe, aunque ha sido muy activo en cada una de sus revisiones. Ahora, sin embargo, incluso esa unanimidad se antoja imposible: los 52 diputados de Vox niegan cualquier iniciativa contra la violencia machista.

Todo por hacer

A los Pactos de la Moncloa se sumaron todos los grupos parlamentarios sin excepción. Todo estaba por construir y eran tiempos de acuerdos casi obligados. En 1981 llegaron los primeros Acuerdos Autonómicos, que dibujaron lo que la Constitución había bautizado como Estado de las Autonomías. Con UCD en el Gobierno y el PSOE liderando la oposición, una comisión de expertos elaboró un informe que firmaron ambos partidos. Tanto el PCE como Alianza Popular se descolgaron del pacto.

La operación se repitió en 1992, once años después, esta vez con el PSOE en el Gobierno y el Partido Popular en la oposición. Felipe González y José María Aznar firmaron en Moncloa una nueva entrega de los Acuerdos Autonómicos que ampliaban las competencias de las comunidades.

En 1995, el PSOE estaba a punto de abandonar el Gobierno tras 14 años y la comisión de Presupuestos elaboró a iniciativa de CiU un análisis de los problemas de la Seguridad Social que días más tarde se aprobó en el Congreso, con consenso pero sin unanimidad (tuvo un voto en contra y dos abstenciones). Quedó bautizado como Pacto de Toledo, porque fue en el parador de la capital castellanomanchega donde se dieron cita representantes de PSOE, PP, CiU e IU para terminar de cerrarlo.

Terrorismo

En el año 2000, José Luis Rodríguez Zapatero ofreció a Aznar, entonces presidente del Gobierno, un acuerdo sobre política terrorista. En tiempos de bipartidismo, bastaban dos para cerrar un pacto de Estado. Juntos sumaban 308 de los 350 diputados del Congreso. El ‘Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo’ lo firmó Javier Arenas, secretario general del PP, bajo la mirada de Aznar y Mayor Oreja, en un acto solemne en Moncloa. Los dos partidos se comprometieron a no hacer de la lucha contra ETA un argumento electoral, una promesa que no tardarían en romper. El acuerdo nació con el ánimo de sumar a más fuerzas políticas, pero tanto Jordi Pujol (CiU) como Gaspar Llamazares (IU) criticaron que se aislara al PNV mencionándolo en el preámbulo del acuerdo. Antes, en 1987, el Congreso ya había sido testigo de otro pacto antiterrorista a iniciativa del PSOE tras la matanza de ETA en Hipercor, el llamado Pacto de Madrid, que firmaron todos los grupos salvo EA.

PP y PSOE, acuerdos a dos

Tras el pacto antiterrorista del 2000, PP y PSOE se han alternado en el Gobierno prometiendo y ofreciendo pactos de Estado que en la gran mayoría de los casos han caído en saco roto. Pero sí ha habido acuerdos. Como el de Zapatero y Mariano Rajoy para reformar el artículo 135 de la Constitución en el último verano del socialista en la Moncloa. O la posición común frente al trascendental Consejo Europeo de 2013 que fijaron Alfredo Pérez Rubalcaba y el presidente Rajoy. O el apoyo de Rubalcaba para la abdicación del Rey Juan Carlos en su hijo Felipe, acallando incluso el debate que se gestaba en su propio partido. Entre medias, repartos de órganos como el Consejo General del Poder Judicial o el Tribunal Constitucional.

El conflicto catalán, que golpeó con fuerza cuando poco quedaba de bipartidismo, también contó sin embargo con el cierre de filas de los dos partidos mayoritarios. Pedro Sánchez pactó con Rajoy la aplicación del 155 de la Constitución. "A Rajoy y a mí nos unió Cataluña", llegó a decir el ahora presidente del Gobierno. En una moción de censura, Sánchez sustituyó a Rajoy y al gallego lo sucedió en su partido Pablo Casado, que todavía no ha sellado ningún acuerdo con el socialista