Es una consecuencia directa de la pandemia a la que cada vez se le pueden ir poniendo más cifras. La crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha trastocado por completo una de las principales fuentes de ingresos de la comunidad: el turismo. Extremadura ha perdido en los ocho primeros meses de este año más de 740.000 turistas. Entre enero y agosto del 2019 visitaron la comunidad más de 1,3 millones de personas y en el mismo periodo de este año ni la mitad: 591.000. Son los datos extraídos de las últimas estadísticas oficiales publicadas la semana pasada (incluyen hoteles, alojamientos de turismo rural, apartamentos turísticos, campings y albergues), que muestran otra cifra negra para el sector: también se han perdido ya más de un millón de pernoctaciones. En los ocho primeros meses de este año, esos 590.000 turistas realizaron algo más de 1.139.000 noches en los establecimientos turísticos extremeños y en el mismo periodo del año anterior fueron más del doble, 2.474.000 pernoctaciones.

Era lo esperado, lo previsible desde que en marzo el covid-19 se adueñara de nuestras vidas y nuestros planes, pero aún así los datos «asustan mucho todavía pueden ser peores a final de año», valora Victoria Bazaga, presidenta de la Federación Extremeña de Turismo Rural (Fextur), el sector que menos ha caído en estos ocho primeros meses, con un descenso del 46,6% en el número de visitantes respecto al año anterior. Los apartamentos turísticos han perdido el 49,7% de sus turistas, los camping el 55,4%, los albergues más del 80% y los hoteles el 57%.

«Son sin duda los peores datos del turismo extremeño desde que existe una serie histórica», añade Bazaga. Y eso es desde hace casi 20 años. Las primeras estadísticas del INE son del año 2001 y en aquel momento, entre los meses de enero y agosto, la región ya registró más de 800.000 visitantes (sin contar la ocupación en albergues). La cifra más baja en este periodo se dio en el 2002, cuando visitaron la comunidad 772.000 viajeros.

No es solo que hayan venido muchos menos turistas, es que esas pérdidas hay que mutiplicarlas por euros. «Eso nos deja en una situación de mucha inestabilidad y de poca capacidad para mantener abiertos los negocios. Y no solo pierden los alojamientos y la restauración, la cadena de valor del turismo es enorme: taxistas, pequeños comercios, gasolineras... Aterroriza saber que Extremadura ha perdido tanto dinero». «Claro que asustan los números, es un momento sin precedentes», añade Manuel Moreno, presidente de la Confederación Empresarial de Turismo de Extremadura (Cetex), que destaca el mejor comportamiento del turismo rural frente al urbano, que lo tiene «más complicado».

La profunda crisis del sector es fruto exclusivamente de la pandemia. «No es que Extremadura no sea atractiva ni sea un problema de los empresarios ni de falta de promoción», recuerda Bazaga. Los meses más flojos de todo el año, enero y febrero, son los únicos que el turismo extremeño ha podido funcionar este año en una situación de normalidad. Luego llegó marzo y el batacazo: «No hay turismo internacional, que suele venir en verano y deja mucho dinero, tampoco peregrinos que ayudan a desestacionalizar el turismo porque vienen principalmente en marzo y septiembre y otro de nuestro reclamo, las piscinas naturales, ni siquiera han abierto este verano muchas de ellas, además también hemos tenido que prescindir del turista sénior, que adora Extremadura, pero que es precisamente el colectivo más amenazado ahora», apunta la presidenta de Fextur.

Agosto, mejor de lo esperado

Y aún en estas circunstancias, «bastante bien hemos salido este verano, porque esperábamos menos», prosigue. La caída en los meses estivales ha sido más leve, especialmente en agosto, con un descenso del 36% en el número de visitantes frente al 40% de julio respecto a los mismos meses del año pasado. Y ahí está la única valoración positiva a la que puede aferrarse el sector.

Según los datos de agosto, Extremadura está entre las cinco comunidades del país con menor descenso de viajeros y pernoctaciones. Los viajeros cayeron en concreto un 36,5% en la región respecto a agosto del año anterior, mientras el conjunto del país perdió el 49,6% de sus turistas en ese mes. Y destacan especialmente los alojamientos de turismo rural: registraron 28.885 visitantes el pasado agosto frente a los 33.184 del anterior, apenas 4.000 menos, casi un 13% menos. La caída más pronunciada la volvió a sentir en agosto el sector hotelero, con casi un 40% menos de visitantes en agosto (cerca de 70.000 menos respecto a agosto del 2019), aunque menor que en el conjunto nacional que fue del 54%. Y ese mejor comportamiento regional frente a la estadística nacional es la cara más amable del golpe que sufre el sector turístico y ha sido posible «gracias al esfuerzo del sector de las empresas extrahoteleras, que han aplicado bien las medidas para frenar la expansión del covid-19 y sobre todo a que muchos viajeros han elegido el destino Extremadura, un destino natural, rural, abierto y no masificado», valora el director general de Turismo, Francisco Martín Simón. Es lo que Victoria Bazaga llama «hacer de la debilidad virtud. Es la consecuencia de ser un destino poco masificado, con establecimientos pequeños y a los que no se puede venir ni en avión, ni en barco ni en tren, solo en coche».

Moreno apunta en la misma dirección: «No debe ser consuelo, pero comparado con otros destinos, en Extremadura el verano ha sido mejor de lo que esperábamos, especialmente por el turismo rural».

2019 fue un año récord

Más allá del mes de agosto, la comparativa en los ocho primeros meses de este año es más dura porque precisamente el 2019 fue un año récord para el turismo regional: Extremadura acarició los dos millones de turistas tras un crecimiento del 4% respecto al 2018 (por encima de la media nacional) y alcanzó los 3,6 millones de pernoctaciones (otro 4,3% más). Y también creció el empleo generado por el sector, con una media de afiliación a la Seguridad Social de 26.000 trabajadores.

«Veníamos de un año muy bueno y estamos muy tocados». Tampoco hay buenas previsiones para el otoño. «Estamos a la expectativa a ver si hay algún tipo de recuperación, pero las medidas para el sector solo suponen más endeudamiento, compromisos de pagos y ahora mismo estamos con muchísima incertidumbre ante el aumento de los rebrotes desde el verano. Este puente del Pilar, por ejemplo, ya está muerto con la situación de Madrid, que es nuestro principal visitante en estas fechas», destaca Bazaga. Y lo refrenda también Moreno: «Este puente el descenso va a ser importante con el cierre de Madrid y el otoño en general será difícil, pero hay que ir viéndolo día a día».

«Irrecuperable»

Las pérdidas que está teniendo el sector son «tremendas» y no serán ya recuperables. «Eso está perdido, no se van a multiplicar por dos los ingresos aunque acabara la pandemia». Así las cosas, los empresarios saben que vendrán medidas duras: «habrá que plantearse cierres temporales o definitivos, nuevas opciones, ertes que son un salvavidas importante ahora... Intentar sobrevivir, pero no se sabe hasta cuándo se podrá aguantar así», dice Moreno. Porque otra cosa está clara: el turismo extremeño y sus principales destinos deben seguir muy vivos en estos meses tan duros para poder encauzar la recuperación cuando la situación sanitaria lo permita. «Si no seguimos apostando por la promoción, todo el trabajo que hemos venido haciendo en los últimos años será para nada. No podemos dejar caer al turismo», insiste Bazaga.

Mientras, de momento, no queda más que intentar aguantar porque el mercado no da para más. «Estamos bastante preocupados», coincide el sector, que sigue reclamando medidas: exenciones, rebaja de impuestos, del IVA... «Los bonos turísticos que se acaban de poner en marcha pueden dar un poco de respiro, es una inyección importante para aumentar la demanda, pero veremos. Toca esperar».