Fiestas masivas, playas abarrotadas. Boris Johnson anunció esta semana a bombo y platillo, el "fin de la hibernación nacional". Una imprudencia más del primer ministro sin mascarilla, que organiza la desescalada pidiendo "sentido común" a los ciudadanos, en lugar de imponer por ley medidas claras.

Los ingleses han respondido rompiendo todas las reglas mínimas para evitar un rebrote de contagios. El 4 de julio, un sábado para mayor agravio, reabren los pubs. Las fuerzas de seguridad advierten de que no hay efectivos suficientes para controlar lo que ya se ha bautizado como una jornada de "carnaval" y el día de la "independencia", en la prensa tabloide. "El coronavirus volverá a propagarse si no se respeta la distancia social", ha advertido el asesor médico del Gobierno, Chris Witty.

El jueves, por tercera vez en menos de una semana, una fiesta callejera ilegal acabó en ataques a la policía. El ultimo incidente sucedió en conocido barrio londinense de Notting Hill, donde los participantes arrojaron objetos contra los agentes.

La noche anterior en otro barrio de Londres, Brixton, se vivieron momentos de gran violencia con enfrentamientos entre cientos de jóvenes, que acabaron con 22 policías heridos, varios coches patrulla dañados y varios detenidos. En Manchester el domingo, en una fiesta similar, estalló una pelea en la que dos personas murieron por disparo de arma de fuego. La ministra de Interior, Priti Patel trata de echar la culpa de la situación a las fuerzas de seguridad. Patel ha pedido a la jefa de la Policía Metropolitana, Cressida Dick, responsabilidades por lo que entiende como una perdida del control en las calles por parte de Scotland Yard.

AVALANCHA DE BAÑISTAS

La pérdida de control va, sin embargo, más allá de las fiestas improvisadas. Con temperaturas superando los 30 grados, los ingleses se lanzaron el jueves a las playas. Algunas de ellas, como las de Bournemouth, llegaron a estar tan abarrotadas que las autoridades locales declararon un incidente mayor, incapaces de controlar las masas de bañistas, a los que la policía hubo de terminar pidiendo que se marcharan. Se fueron dejando 33 toneladas de basura, según el servicio de limpieza del Ayuntamiento. Los agentes impusieron más de 500 multas.

El ministro de Sanidad, Matt Hancock, ha advertido de que tiene los poderes legales para cerrar las playas si no se respeta la distancia social. El diputado del distrito de Bournemouth, el conservador Tobias Ellwood, cree que la playa ya debió cerrarse ayer y teme que hoy se vuelva a producir la misma avalancha de bañistas. "Tenemos que aprender de lo ocurrido. Si vamos a ser serios tratando de controlar la pandemia, necesitamos responder rápidamente y dar apoyo a las autoridades locales desbordadas", declaró Ellwood a la BBC.