A las ocho de la noche el Paseo de Cánovas es una fiesta. Suena el Resistiré y todos los vecinos salen en masa a sus balcones, mirando al Hospital Provincial y aplauden sin cesar. Entonces, las enfermeras se asoman y devuelven con júbilo el amor que Caceres les da.

Quique y Teresa Pozas Corbacho no faltan a su cita. Elevan los brazos, cantan, gritan, se sienten protagonistas de un momento histórico: el de un mundo donde la solidaridad ha vencido al egoísmo. Es maravilloso verles reír, notar que sus manos se alzan y rozan el cielo desde este mirador con vistas al pulmón verde de una ciudad devastada por el covid 19.

Su madre les hace fotos, graba un audio para explicar lo que su corazón le dicta. Es una maravilla escuchar su voz, las veces que repite la palabra 'emocionante'.

Sí, emocionante es una palabra que hoy cobra su sentido. E-mo-cio-nan-te. Así, pronunciada una y mil veces. Emocionante luchar, emocionante vencer, emocionante es morir cuando la emoción te llega porque te parte el alma.

Emocionante es ese escenario de enfermeras que combaten el coronavirus, que nos cuidan desde un hospital majestuoso, que nunca debería haber cerrado. El Virgen de la Montaña ha reabierto y es un milagro, un milagro porque nos salva en mitad de esta catástrofe.

La historia de nuestro Hospital Provincial se remonta a comienzos del siglo XIX, cuando existían en Cáceres hasta 92 hospitalillos con diferentes cometidos: aislamiento de infecciosos, asilos de pobres, inclusas... El 7 de febrero de 1935 la Junta Superior de Calidad decide crear el Hospital Civil y Provincial de la Milagrosa, Virgen de la Montaña, que termina ubicándose en el convento de San Francisco. Su dotación permitía alojar a 800 enfermos o necesitados.

La epidemia de cólera de los 50 descubrió las deficiencias que aquel convento -hoy convertido en moderno complejo cultural- padecía para la atención sanitaria. La nueva Ley de Sanidad de 1855 facilitó planteamientos sanitarios más avanzados y todo ello cristalizó en un proyecto de construcción de un nuevo hospital a las afueras de la ciudad en 1859.

La propuesta de ubicación fue la que hoy tiene. Su presupuesto ascendía a 7.092.937 reales, cifra tan elevada que impidió su realización. Se hicieron hasta cinco nuevos proyectos, todos irrealizables por su coste. En la década de los 70 las condiciones de habitabilidad del San Francisco eran tales que las enfermedades que se sufren en el hospital son más graves que las de la población en general. La situación obliga a estudiar un nuevo proyecto. Las obras comenzaron en 1884. El presupuesto inicial fue de 50.000 pesetas (la nueva unidad monetaria de la época), añadiéndole mejoras estructurales (armazón de hierro en vez de madera), que supone 21.876 pesetas más. Las obras finalizan en 1890 y se inaugura en 1892.

El papel del hospital fue determinante en la atención sanitaria de la ciudad y en su crecimiento urbanístico. Se concibió como un hospital moderno, con salas de aislamiento de infecciosos, de maternidad, organización por sexos... Se recogieron historiales clínicos de los enfermos ingresados, muchos preservados en el archivo provincial y tan significativos como los correspondientes a los soldados que fueron ingresados a su regreso de la guerra de Cuba en el 98.

Ese hospital ha abierto y lo ha hecho porque su legado es de tan excelsa aportación a la historia de la sanidad de Cáceres que, una vez más, frente a la epidemia más terrible que nos ha tocado vivir, ha vuelto a cumplir su función con una dignidad sin parangón.

Que no perdamos la memoria. Quique y Teresa no la pierden. Por eso aplauden. Sigamos su ejemplo. Solo así, con la fuerza propia de su preciosa juventud, ganaremos esta guerra.