Con el precio de un billete de metro en Nueva York se puede comprar un barril de petróleo estadounidense. Ese es el escenario desolador con el que se han topado este lunes los productores de crudo, enfrentados a una debacle insólita en la historia reciente. El precio a futuro del barril West Texas Intermediate (WTI), de referencia para el mercado norteamericano, ha perdido prácticamente el 100% de su valor para caer por debajo de los dos dólares. Por momento, ha llegado a cotizarse en negativo en el parqué de Chicago, toda una señal de la monumental crisis que enfrenta el sector por la caída de la demanda generada por el nuevo coronavirus y el exceso de oferta global. El desencadenante para esta caída tan súbita y pronunciada son las dificultades para almacenar los excedentes del petróleo que han inundado el mercado.

Poco antes del cierre de la sesión, los contratos de mayo, que se cierran el martes, rondaban los 1.21 dólares, el precio más bajo desde que se puso en marcha el mercado de futuros en 1983, según The Wall Street Journal. Algo mejor era la situación para el petróleo llamado a ser entregado en junio, donde el barril se pagaba en torno a los 22 dólares. A modo de referencia, antes de que estallara la crisis del covid, el WTI costaba en torno a los 60 dólares. El hundimiento es menos acentuado en torno al Brent, el barril de referencia en Europa, y llega apenas una semana después de que Donald Trump convenciera a Rusia y Arabia Saudí para acabar con su guerra de precios, un acuerdo que sirvió para que la OPEC y el Grupo de los 20 se comprometieran a reducir la oferta global con un recorte de 15 millones de barriles diarios.

El desplome de este lunes está llamado a agravar los problemas del sector en EE UU, que se ha visto obligado a reducir drásticamente su explotación. El número de pozos activos en el país cayó un tercio el mes pasado, para situarse en la cifra más baja desde el 2015.