Tu móvil puede poner freno al coronavirus. Con mayor o menor invasión de la esfera privada, países de todo el mundo han reaccionado a la pandemia impulsando sistemas tecnológicos para controlar su propagación o evitar que haya nuevos rebrotes después del confinamiento.

Mientras que en España se han puesto en marcha varias apps de autodiagnóstico y dos proyectos de rastreo del movimiento ciudadano que pueden ayudar a tomar mejores decisiones sobre salud pública, otros países han optado por métodos de vigilancia que han puesto en tensión las libertades de sus ciudadanos. En Europa, se estudia qué aprender de esos métodos para adaptarlo a un contexto más riguroso con la privacidad.

Estas son algunos de los modelos adoptados hasta ahora:

China

Tras detectar su primer foco de contagio, las autoridades chinas impulsaron un primer sistema de control en la ciudad de Hangzhou con la ayuda del gigante del comercio electrónico Alibaba que se ha ido desplegando por todo el país. Con esa app, a los ciudadanos se les asigna un color verde, amarillo o rojo que determina su estado de salud. Aunque se desconoce exactamente como funciona, este software móvil conecta datos personales como el nombre o la geolocalización de los usuarios con la policía, que vigila que se cumplan las normas. Ahora el país empieza a regresar a la normalidad.

Los contagiados no pueden salir a la calle o utilizar el transporte público. Los pueden, deben mostrar su estatus a través de un código QR para acceder a ciertos lugares como el metro. Organizaciones como Human Rights Watch temen que la introducción de esa app sirva para reforzar el sistema vigilancia ciudadana permanente de Pekín, uno de los más sofisticados del mundo. Según la propia agencia de noticias estatal Xinhua, los datos que utiliza la app son suministrados por las autoridades sanitarias.

Israel

Uno de los casos más flagrantes. A mediados de marzo, el gobierno ultraconservador de Benjamín Netanyahu autorizó el uso de una ley antiterrorista para rastrear sin autorización judicial a sus ciudadanos. Entonces se destapó que desde el 2002 el Estado judío registra los datos de localización y contactos de toda la población, un escándalo nacional. Con esa aplicación, el Ejecutivo puede trazar el mapa de personas contagiadas por el covid-19.

A diferencia de los otros países afectados, en Israel el uso de esa tecnología recae en manos del Shin Bet, los servicios secretos internos, algo que inquieta especialmente a los expertos, que temen un mayor control autoritario del gobierno sobre sus ciudadanos. Será la policía quien mande mensajes a la gente cuando hayan estado en contacto con alguien infectado.

La gestión de la pandemia en Israel está plagada de casos polémicos. Además de esta vulneración de la privacidad, el gabinete de Netanyahu ha aprovechado la emergencia para paralizar el parlamento, esquivar su juicio por sobornos y fraude e incluso culpar a los homosexuales de la pandemia.

Por otro lado, la empresa tecnológica israelí NSO aseguró haber desarrollado una app para rastrear la propagación del virus que, según Bloomberg, está siendo probada en otros países. Esa compañía de software de espionaje ha sido acusada de ayudar a Arabia Saudí a espiar al periodista Jamal Khashoggi, quien después fue asesinado.

Corea del Sur

Tan aplaudido como difícil de exportar en Europa, el modelo surcoreano ha ayudado a Seúl a localizar y poner en cuarentena a todas las personas con potencial de estar contagiadas. Corea del Sur estaba más preparada para esta crisis sanitarias porque ya fue golpeada por otras como la del MERS. En 2015 y 2018 se cambió la ley de privacidad para ponerla bajo las necesidades del gobierno en momentos de emergencia. Así, el ejecutivo ha tenido ahora acceso a los datos de sus ciudadanos sin necesidad de tener su consentimiento.

El modelo se basa en preguntar a los contagiados cuales han sido sus últimos contactos. De no querer revelarlo, se han agilizado los procesos burocráticos con la policía y las operadoras telefónicas para que el ministerio de Sanidad pueda acceder a su GPS móvil y al historial de sus tarjetas de crédito. También se sirven de las grabaciones de cámaras de vigilancia. Cuando se corrobora un caso de contagio se publica en una web del Gobierno y se manda un mensaje al móvil de la gente que vive cerca con la información detallada de los lugares por donde pasó el caso confirmado. Seúl quiere incentivar así a sus ciudadanos a realizarse tests, algo que la ley obliga en caso de estar en contacto con un positivo.

El Gobierno es el encargado de obtener los datos de las operadoras y publicarlos para que empresas privadas creen apps en las que se identifican focos de contagio y se mapean los casos. Aunque los datos son anónimos, la publicación de su rutina de movimientos expone abiertamente la esfera privada de sus ciudadanos. Como apunta el The Guardian, su uso ha destapado casos de infidelidad.

Singapur

Con China y Corea del Sur, Singapur es uno de los países que hace un uso más intensivo de los datos. Sin embargo, en su caso el sistema de rastreo de casos de contagio funciona con el bluetooth de los teléfonos móviles, que detecta como un radar la información de los otros móviles a su alrededor para saber si hay alguien con el covid-19. Esa información está, a priori, encriptada, protegiendo la privacidad del usuario y sin guardar la localización. La única información que se mantiene es el número de teléfono de cada usuario.

Si alguien enferma puede ceder sus datos al Gobierno para que éste avise y ponga en cuarentena a las personas con las que ha estado en contacto. El Ejecutivo ha pedido a los ciudadanos que se descarguen en masa esa app para que sea realmente efectiva. Solo uno de cada seis ciudadanos la ha utilizado hasta ahora.

Pero en un país en el que la libertad de expresión y reunión está en jaque, los expertos en privacidad dudan de que ese modelo sea tan pulcro como parece.

Variantes en la Unión Europea

Aunque España descarta de momento su adaptación, varios países de la Unión Europea (UE) estudian la implantación de una variante del modelo de Singapur adaptada a las leyes de protección de datos del continente, mucho más estrictas que en Asia.

ALEMANIA

Incluso en un país especialmente receloso de la vigilancia como Alemania, la actual situación de emergencia ante la pandemia ha logrado un amplio consenso político para impulsar una app que monitoree los casos de infección sin invadir la privacidad ciudadana. Aunque no se conocen muchos detalles, el proyecto alemán estudia utilizar el blueetooth para la detección de casos como en Singapur, el uso de datos anónimos y descarta la geolocalización. Varios institutos de investigación europeos están trabajando en el desarrollo de esa app.

Además, el centro nacional de salud pública del país puso en marcha ayer un experimento inédito de recolección de datos para lanzar una app que permita monitorizar datos como el pulso o los patrones de sueño de los ciudadanos que acepten participar en el estudio para detectar casos de contagio. El Gobierno ha pedido abrir un debate sobre el uso de tecnología para después del confinamiento y los expertos señalan que se pueden utilizar los datos para frenar la pandemia siendo a la vez respetuoso con la privacidad.

ITALIA

Varias empresas italianas han desarrollado un proyecto para reconstruir los movimientos de las personas afectadas por coronavirus que espera la aprobación del Gobierno. Como el modelo de Singapur, esa app serviría para alertar a las personas que han estado en contacto con un caso positivo en los días anteriores para indicarles que se pongan en cuarentena. Además el usuario podría registrar sus síntomas para tener un diagnóstico. La región de Lombardía ya impusló un proyecto de rastreo anónimo de movimientos para saber si se cumplía con el confinamento.

Así, se pretenden evitar nuevos rebrotes tras el cese del estado de alarma. Este análisis selectivo de datos y el uso de la geolocalización se haría de manera anónima, sin ánimo de lucro y los datos no se harían públicos para evitar o que sucede en Corea del Sur. Protección Civil y la investigación científica tendría acceso a esos datos.

REINO UNIDO

Aunque aún no es una realidad, el Gobierno del Reino Unido prepara junto a la Universidad de Oxford una app que permita localizar focos de infección y evitar rebrotes. Si alguien se encuentra mal puede utilizar el dispositivo para pedir un test. En caso de dar positivo, la app mandaría alertas directamente a todas las personas con las que haya coincidido en los días anteriores, sin pasar por las manos del Gobierno. A esas personas se les pediría que se pusiesen en cuarentena, pero no se les diría quien ha disparado la alarma.

Para que funcione piden una alta participación voluntaria de sus ciudadanos para ceder algunos datos como la geolocalización, sin obligatoriedad. La información de los infectados no se hará pública.

Esta propuesta tecnológica pide mecanismos éticos de transparencia y una auditoría pública para que se garantice la protección efectiva de los datos. Hay maneras de usar esas técnicas (las asiáticas), señaló Michael Parker, profesor de bioética que trabaja en el desarrollo del proyecto.