Después de dos meses y medio con la persiana bajada Miguel Martín, propietario del café bar Vivaldi, en la calle Gil Cordero de la capital cacereña, en lo único que piensa es en reencontrarse con sus clientes, los de toda la vida, porque el local lleva más de tres décadas abierto. Hasta ahora no ha podido hacerlo porque carece de terraza. Llevan ya unas semanas poniéndolo todo a punto para la reapertura, que será el próximo miércoles. Podrían hacerlo hoy mismo, como el resto de los bares, pero hoy lunes se someterá a una desinfección específica para el virus del covid-19 (ya ha realizado otra a través de la Diputación de Cáceres).

Por el momento solo pueden iniciar su actividad con el 40% del aforo y con la prohibición de usar la barra, que ha tenido que anularse. Para garantizar la distancia de seguridad entre mesas han contado con el trabajo de un aparejador que, sobre plano, les ha recomendado el lugar en el que deben colocar cada una. Ha comprado además una alfombra desinfectante que estará ubicada a la entrada del local y gel hidroalchólico, así como un aparato de ozono que se activará cuando no haya clientes y varias lámparas de rayos uva, que eliminan todo tipo de virus. Para evitar el contacto, de las mesas han retirado servilleteros y cartas (podrán consultarse a través de códigos QR o en los manteles individuales que cada uno tendrá en su sitio) y los pinchos se servirán de manera individual.

Por el momento abrirán desde el desayuno hasta después de las comidas, por lo que trabajarán dos personas de las siete en plantilla. «Se nota que la gente tiene ganas de salir pero lo que necesitamos es que pierdan el miedo a entrar dentro de un bar. Hemos invertido para que sea igual de seguro que estar en casa», afirma Miguel Martín.