Cuando Pedro Sánchez decidió que había que organizar una ceremonia de homenaje a las víctimas del coronavirus, los colaboradores del presidente del Gobierno se dieron cuenta de que no tenían muchos lugares donde inspirarse. "No hay precedentes de una cita así", explican en la Moncloa. Primero, porque "nunca, por suerte, ha habido que despedir a tantos compatriotas": 28.409 según los datos oficiales, aunque probablemente sean muchos más. Y después, porque ninguno de los países del entorno europeo, ni siquiera los más afectados por la pandemia, como Italia y Francia, han llevado a cabo un acto como el que este jueves, a las nueve de la mañana, tendrá lugar en la plaza de la Armería del Palacio Real de Madrid.

El jefe del Ejecutivo, señalan en su círculo más cercano, tuvo desde el principio muy claras dos cosas. El protagonismo de la convocatoria no debía recaer en las instituciones, sino en la sociedad española, en personas que bien perdieron a sus más cercanos, bien lucharon contra la pandemia a través de su profesión. Y la ceremonia tenía que ser civil, absolutamente aconfesional, a diferencia, por ejemplo, del décimo aniversario de los atentados del 11-M.

Así que junto al propio Sánchez, el Rey, todos los mandatarios autonómicos e importantes dirigentes internacionales (del presidente del Consejo Europeo a la presidenta de la Comisión, pasando por el secretario general de la OMS), habrá sobre todo víctimas, pero también agricultores, cocineros, enterradores, ganaderos, profesores, 'riders', trabajadores de residencias de mayores y de supermercados, militares y policías. En total, unas 400 personas. Tres quintas partes, calcula el Ejecutivo, serán personas anónimas. Y las religiones estarán representadas: católicos, budistas, ortodoxos rumanos, mormones, testigos de Jehová, musulmanes, judíos y evangélicos ocuparán un lugar. Pero no habrá ninguna misa.

APENAS 40 MINUTOS

La ceremonia, en este sentido, será corta y sencilla. Apenas 40 minutos, ocupados por música (el himno nacional, una pieza de Johannes Brahms), ofrendas florales ante un pebetero con una llama en memoria de los fallecidos, la lectura del poema 'Silencio' de Octavio Paz (en una grabación del actor José Sacristán) y solo tres discursos: de Felipe VI, del hermano de un periodista fallecido por el covid-19 y de una enfermera del Hospital de Vall dHebron, en Barcelona.

"Buscamos un acto que invite al recogimiento, al recuerdo y al dolor. Pero también queremos que sea el acto de una sociedad valiente, que encara el futuro con esperanza resumen en el Gobierno-. Lo que pretendemos es que este país se sienta arropado en la unidad".