No hay nada, «nada en absoluto». El número de reservas que ha registrado hasta ahora la hostelería cacereña para las comidas y cenas de empresa del periodo navideño es simplemente inexistente. «Cero, tal cual», explica el presidente de la Asociación Empresarial Provincial Cacereña de Hostelería y Turismo (Aecahtur), César Martín Clemente. Puede haber algún mesón, hotel o restaurante que marque la excepción, pero en todos los establecimientos consultados por este diario no se ha apuntado un solo grupo. «Ni una llamada», indica José Ubaldo Carrasco, del restaurante La Fusa. «Ni siquiera se piden los menús», secunda Mariano Pérez de Guzmán, de la tapería restaurante Bouquet.

Diciembre es un mes clave para la hostelería. «Prácticamente el mejor», sostiene César Martín. «Te permite cerrar el año con beneficios, porque el verano suele estar flojo, en otoño los negocios van recuperando y en diciembre rematan», precisa. «Pero no queremos ni pensar en el próximo enero tras un año de pérdidas, será desolador, a este ritmo el sector se desangra poco a poco», advierte el presidente de Aecahtur. Hace unos meses calculaba que la pandemia acabaría cerrando el 40% de los establecimientos, «ahora pienso que a este paso solo se salvarán el 40%», lamenta.

Mientras no exista «una vacuna efectiva que dé garantías a los ciudadanos», la hostelería lo tendrá difícil «para aguantar». Y con ella todo el empleo y el movimiento que genera. Este año brillarán por su ausencia los refuerzos de personal que suelen contratar los hoteles, restaurantes, mesones y taperías para las comidas y cenas de Navidad. Es más: muchos establecimientos no pueden resistir con su personal habitual a estas alturas de pandemia y siguen recurriendo a los Ertes.

La ausencia de encuentros navideños en los bares también supondrá un fuerte golpe a los productores de jamones, quesos, vinos, cavas, dulces navideños y cuantas viandas colman los menús de empresa. Los distribuidores de bebidas también notarán el agujero en su balance anual. «Cochinillos, corderos, ternera, pescados... Esto es definitivamente un drama para muchos sectores», sentencia César Martín.

«¿Pero quién va a contratar una cena o una comida si de un día para otro están cambiando las circunstancias, las normas, y no sabemos a qué atenernos?», inquiere Mariano Pérez de Guzmán, que a estas alturas de octubre, otros años, ya tiene peticiones de grupos de amigos y empresas para Bouquet, su establecimiento de la plaza de Piñuelas. Con los anuncios de toques de queda, con la limitación del número de personas que pueden reunirse, con los confinamientos y «con las noticias del covid presentes a todas horas en los medios», su tapería restaurante, como otros tantos locales, no ha tenido ninguna petición.

SE SIENTEN ‘CASTIGADOS’

«Ni siquiera hay interés por dos fechas clave para las comidas familiares, Navidad y Reyes, que llegan a reservarse de un año para otro», desvela. Mariano tampoco tiene esperanzas de que una ligera recuperación de la pandemia anime las comidas de estas fechas. «La situación es mala, la hostelería se ha convertido en el sector más castigado, nos están cerrando sin criterios, cuando posiblemente seamos los que mayor respeto mostramos por la aplicación de medidas de higiene y seguridad. Yo limpio cada asiento que utilizan mis clientes, y no veo eso en otro tipo de negocios», subraya.

Para Mariano Pérez de Guzmán, hay tres meses cruciales en la hostelería cacereña: Semana Santa (marzo o abril), agosto (los establecimientos del centro se vienen beneficiando últimamente del turismo de paso norte-sur que hace noche en Cáceres), y por supuesto diciembre. «Sin ellos, no sé cómo el sector podrá afrontar gastos fijos. Nadie quiere hacer despidos, sino tener los locales llenos y hacer contratos», confiesa.

Por su parte, José Ubaldo Carrasco es el titular del restaurante La Fusa, en pleno centro de Cáceres, concretamente en la calle San Pedro. Se trata de un lugar muy frecuentado porque el comedor se sitúa en un claustro acristalado y protegido del frío y la lluvia. Cada año tiene un buen número de reservas navideñas. «A estas alturas ya hubiera venido gente a preguntar, pero con la pandemia ni siquiera han consultado los menús, nada...», se sincera.

De hecho, la bajada en la actividad resulta evidente incluso a diario. «Se presentan a comer algunos comerciales o parejas hospedadas en los hoteles. Los fines de semana tenemos familia y grupos, siempre reducidos», detalla.

José Ubaldo también considera que diciembre es el mejor mes para la hostelería, «porque las comidas de empresa y las cañas prolongan la actividad prácticamente desde el puente de diciembre hasta el día de Reyes, pero a día de hoy no tenemos una sola reserva», indica. Tampoco sería lógico que llovieran las peticiones, como él mismo afirma, «porque con las noticias del toque de queda ni siquiera se sabe si los bares estarán abiertos, o si los amigos de distintas ciudades podrá encontrarse», dice con pesadumbre.

Frente a semejante panorama, a la hostelería solo lo queda la leve esperanza de que las cifras de contagios se frenen en las próximas semanas y las reservas se produzcan de un día para otro, o en el mismo día. «Hasta ahí podemos leer, el resto es incertidumbre», resume José Ubaldo.