La asociación Todos iguales, Todos legales, que trabaja con personas inmigrantes y refugiadas en Badajoz, que las acoge, asesora, acompaña, las ayuda a encontrar empleo y en los trámites de legalización de su situación, lanza un SOS para que se preste atención a este colectivo, pues muchas de estas personas, en estado de confinamiento, como todos ahora, han sido despedidas y no pueden salir a buscar trabajo. Carecen de recursos y su situación se agrava, en la mayoría de los casos, por no estar condiciones de acceder a las ayudas oficiales para pagar el alquiler y los gastos de agua, luz o gas.

La comida la obtienen de la propia asociación, que es entidad colaboradora de Cruz Roja en el reparto de alimentos, según explican Sire, Flor y Gloria; también la presidenta de la asociación, María Gemio. Pero necesitan, sobre todo, papeles las que no los tienen aún y las que sí, trabajo.

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La asociación también les ayuda en materia de formación y a favorecer las relaciones entre ellas, además de con servicio de ropero y colaborar con las agencias de colocación para la búsqueda de empleo, si bien todo ello lo hace «a duras penas» en cuanto a recursos, pues funciona con una subvención del ayuntamiento, señala Gemio.

Es la falta de trabajo el principal problema de estas personas, coinciden en señalar Flor, de Perú; Gloria, de Colombia, y las hermanas Nené y Sire, de Senegal, al contar cómo viven la medida de confinamiento.

La mayoría de inmigrantes trabaja cuidando a personas mayores o a enfermos, en régimen de internado o externo, y algunos hombres en el campo.

Gemio afirma que «estas mujeres están teniendo en esta situación que vivimos un comportamiento ejemplar, las que trabajan se quedan sin salir de las casas de las personas a las que cuidan, aunque no sean internas, porque no quieren dejar solas a las viejitas o enfermos, y para evitarles posibles contagios». Y añade que «a pesar de eso, en muchas casas las han despedido para no tener que pagarles; en otros, al morir la persona a la que cuidaban, no necesariamente por coronavirus, se quedan sin trabajo».

Todos iguales Todos legales colabora con las agencias de empleo, porque «les es difícil encontrar a españoles para cuidar a personas en hospitales; y ahora, en estado de alarma, se ve que este colectivo está siendo importantísimo», afirma su presidenta.

Gemio señala que la asociación «apoya la petición de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) de que se agilice y simplifique el proceso de legalización de personas inmigrantes». Y aseguró que hay casos en los «están trabajando y no les pueden dar de alta porque todavía no cumplen todos los requisitos. Sería muy bueno que lo simplificaran porque habría más altas en la Seguridad Social; realmente es una ventaja para la sociedad española, porque ellos aportan al del sistema de pensiones pero no suelen jubilarse».

Sire y Nené

Sire y Nené Bah son de Senegal, fueron de las primeras inmigrantes de ese país que vinieron a los mercadillos. Ellas tienen sus papeles y han traído a algunos familiares de su país.

Hasta el estado de alarma cuidaban a ancianos; su situación en confinamiento «es muy difícil», asegura Sire que lleva 13 años en Badajoz, con su hermana, que está casada y vive con su marido y dos hijos. En su caso, «murió la persona para la que trabajaba y ahora estoy en casa», cuenta.

Ella, que tiene «una hija estudiando fuera y un hijo en mi país», trabaja «solo los fines de semana», por lo que «las dos buscamos trabajo, yo para completar la semana», Las dos han estado trabajando hasta el inicio de la crisis cuidando a personas mayores, un trabajo que quieren seguir realizando.

En Senegal trabajaba como secretaria de la organización WWF y su hermana era peluquera. Sire explica que viven «con la angustia de «no poder pagar el alquiler, pues la comida nos la da la asociación».

«El confinamiento lo llevamos muy mal, no trabajamos y la situación es muy difícil; estamos preocupadas», afirma. Por eso, para ellas, ahora, «el trabajo es la principal necesidad, porque tenemos que pagar el alquiler y mantener a mi que hijo estudia fuera y al otro que está en mi país».

Han pedido ayuda al ayuntamiento para pagar el alquiler «pero me dicen que no tengo derecho a ayudas; hago lo que puedo, pero no puedo más; ahora buscar trabajo es más difícil porque no podemos salir.

María busca como puede pero nadie llama». Y añade que «somos muy trabajadoras, queremos ganar para sobrevivir, como lo hemos hecho siempre; tenemos necesidades, y nuestros hijos; nosotras venimos a buscar a un futuro para nuestros hijos».

Gloria, de Colombia

Gloria Arias es de Colombia, tiene un hijo de 23 años con ella, «que estudia Administración Financiera», una hija de 25 en su país y lleva un año en España «como refugiada, «pedí asilo por que mi hijo estaba amenazado por el narcotráfico», cuenta.

Trabaja en una casa una vez a la semana y busca trabajo para el resto de días «para poder vivir». También colabora con Cruz Roja en el reparto de alimentos.

Su situación en este tiempo de estado de alarma «es agobiante; si alguien de aquí lo pasa mal en esta situación, figúrate para nosotros en el día a día; es muy frustrante no poder salir para buscar trabajo», que, insiste, es su «principal necesidad», para ella y para su hijo.

Flor, de Perú

Flor Valdivieso nació en Perú pero ha pasado la mayor parte de su vida en Venezuela. Está en Badajoz junto con su hermana, tiene dos hijos en Venezuela y uno en Perú, «y dos nietos», apostilla.

En Venezuela era profesora y se jubiló en 2015. Lleva tres años en España y trabaja los fines de semana, por lo que su prioridad es «buscar trabajo para el resto de los días».

El confinamiento, dice, lo vive «tranquila, aceptando las cosas y viendo el lado positivo, retomando las labores de tejido, de dulcería y de lectura».

Desde su punto de vista, «la situación creada por el covid se está manejando muy bien en Venezuela y con éxito, porque se tomaron medidas desde el principio». Y añade que «estoy muy bien en Extremadura, como en mi casa; la gente es muy buena y respetuosa y eso como persona inmigrante lo valoro mucho». Ahora su prioridad «es encontrar trabajo para el resto de la semana, para poder vivir».