No quieren pagar justos por pecadores. Por eso cuentan cómo es su día a día en la facultad, en las calle, en los pisos de alquiler..., donde muchos de sus amigos y compañeros mantienen escrupulosamente las normas sanitarias para evitar contagiarse y transmitir el virus. Los jóvenes cacereños entienden que hay una parte de la población que no cumple, y son los primeros en condenarlo, pero no están dispuestos a convertirse en los chivos expiatorios de esta pandemia de forma generalizada. Así lo explican con argumentos sosegados en las entrevistas que ofrecen a este diario (adjuntas en la página), con reflexiones que evidencian que no es un simple problema generacional.

«Durante este cuatrimestre imparto clases en tres facultades: Empresariales, Derecho y la Escuela Politécnica, y no he visto en ningún momento más que respeto, prudencia y consciencia por parte de los alumnos», explica Carlos Ongallo, profesor de la Universidad de Extremadura y presidente de Scouts Católicos de Extremadura. «Al comienzo del curso manifesté mi sorpresa agradable porque desde el primer momento se siguieron las normas de la universidad: cada día limpian sus espacios, ventilan las aulas e incluso se respeta la distancia en los corrillos en los patios. Aguantan estoicamente con sus abrigos puestos las inclemencias del aula y no he escuchado una sola queja», afirma.

Testigo directo del comportamiento diario de este colectivo, tanto en sus estudios como en sus momentos de ocio, Carlos Ongallo mantiene que «los jóvenes saben lo que se juegan en la pandemia: su formación, su futuro laboral, sus relaciones sociales, su salud y la de los suyos...».

Pero tras un confinamiento en el que niños y jóvenes «han sido ejemplares en muchos aspectos», llega ahora «el virus invisible de la generalización y los tópicos hacia ellos, cuando estamos cansados de ver a políticos y responsables públicos dando peor ejemplo social en algunos eventos que causan perplejidad a los ciudadanos», subraya el profesor.

En definitiva, Carlos Ongallo concluye que «no todos los grupos laborales podemos decir lo mismo ante el ejemplo de muchos jóvenes que, además, desde el punto de vista académico y social, se han sentido absolutamente solos durante meses, con un sistema educativo inadaptado a la situación».

GLOSARIO ANTICOVID

Por su parte, Guadalupe Andrada, psicóloga preventiva y de la salud, y presidenta de la Fundación INPA (Investigación y Psicología Aplicada), recuerda que «lejos de ir por delante de la pandemia, vamos unos pasos por detrás. Si no adoptamos cada uno de nosotros las medidas necesarias, nos convertimos en potenciales portadores, y el virus solo vive en las personas», recuerda. Por eso considera esencial la concienciación de esos jóvenes que protagonizan los informativos con sus fiestas y sus salidas sin protección, pero recuerda que también son muchos los adultos que no cumplen, «porque esto no es exclusivo de la juventud».

Para entender tales comportamientos, y también para tratar de cambiarlos, Guadalupe Andrada afirma que «existe un glosario de palabras que deberíamos tener claras». La primera de ellas es la «empatía». «Si queremos frenar la pandemia hay que adoptar medidas que suponen ciertas limitaciones. Para ello, las personas jóvenes o adultas tenemos que sentir dolor por el sufrimiento ajeno y alegría por su bienestar. Es la empatía, que nos mueve a actuar por el bien del otro. Si no existe, no vamos a ningún lado», afirma la psicóloga.

En segundo lugar está la «madurez cognitiva o de raciocinio». Da a la persona una «visión global y con perspectiva» de las situaciones, que ayuda a no ser cortoplacista, es decir, a no moverse por los deseos o impulsos más inmediatos. «Quien quiere tener ‘esto y ahora’, difícilmente dejará de salir con sus amigos simplemente porque le apetece», explica la profesional. «Ese cortoplacismo también hace que algunas personas sigan las normas por miedo a una multa o por un riesgo inmediato, cuando en realidad siempre son necesarias por el bien común», indica.

VALORARSE A SÍ MISMO

En tercer lugar, «hay que valorarse a sí mismo y tener un criterio propio, es lo que se llama pensamiento crítico. Nos permite escuchar las opiniones de los demás y respetarlas, pero a la vez mantener nuestra libertad individual para posicionarnos, aunque a veces nademos a contracorriente del grupo de amigos. No debemos valorarnos según lo que piensen los demás de nosotros». Ésta es, según Guadalupe Andrada, la mejor herramienta psicológica para ponerse la mascarilla cuanto el entorno no lo hace.

Un término que lleva a otro: la asertividad. «Nos hace libres, porque nos permite expresar nuestras opiniones de forma abierta y sincera sin que suponga un enfrentamiento. De este modo no hacemos lo que los demás esperan de nosotros, sino lo que nosotros creemos que debemos hacer», subraya la psicóloga.

Todos ellos son recursos personales y fundamentales en los tiempos que corren si se quiere vencer a la pandemia. «Estamos en un momento crucial para trabajar en favor de la sociedad, tenemos una especie de gran misión que debemos compartir entre todos para que no siga enfermando ni muriendo gente, para que los hospitales y las UCI no se colapsen», plantea Guadalupe Andrada, que además recuerda los graves efectos en la economía. «Los políticos son los primeros en actuar de forma cortoplacista e irracional», lamenta.

Por todo ello, la Fundación INPA Framaguad ha puesto en marcha en Extremadura la campaña ‘No enfermarás por mí’, a través de redes sociales y medios de comunicación, que pretende concienciar a la ciudadanía de la necesidad de posicionarse frente al covid, mediante testimonios de jóvenes y expertos sanitarios.