El Hospital Universitario acaba de recibir una estación robotizada, procedente de China, capaz de procesar 2.400 test de covid 19 al día. La de Cáceres llegará en el próximo vuelo del proyecto, según acaba de confirmar el Servicio Extremeño de Salud (SES).

Ambas donaciones forman parte de una iniciativa privada que inicialmente pusieron en marcha cinco profesionales de distintos ámbitos que, buscando financiación, consiguieron la implicación inmediata del extremeño Ismael Clemente, consejero delegado del grupo inmobiliario Merlin Properties, con cuyo dinero, el otros directivos y también de empleados, compraron los cuatro primeros robots, que llegaron el 3 de abril y se destinaron a dos hospitales de Madrid y otros dos de Barcelona. El proyecto, denominado Covidrobots, creció porque se sumaron más empresas, donantes anónimos y fundaciones que han creado un fondo conjunto de apoyo a la iniciativa, para la compra, instalación, soporte y mantenimiento de otras 13 estaciones robotizadas, entre las que están las destinadas a los hospitales de Badajoz y de Cáceres.

Para el transporte aéreo desde China, ha sido fundamental la logística del grupo Inditex, de Amancio Ortega.

Estaba previsto que el avión fletado por Inditex con cinco robots llegase a España el viernes pasado, pero hubo restricciones de vuelo en Doha (Qatar) y finalmente el aterrizaje se produjo el domingo. El Hospital Universitario de Badajoz adjuntó toda la información que solicitó el Instituto de Salud Carlos III de Madrid (donde llegó uno de los cuatro primeros robots) para cualificarse como hospital receptor y, una vez aprobado, se introdujo en la lista de la primera nueva remesa. Según el SES, en dos o tres días puede estar montado. Y en 4 o 5 días, operativo, según Clemente, por la experiencia de los anteriores.

Empezará a operar en pruebas y en 4 o 5 días más estará "a pleno rendimiento". La salida del vuelo en el que viene el de Cáceres está prevista este próximo viernes, día 29.

En los hospitales donde estos robots están implantados ya han alcanzado su velocidad de operación de 2.400 pruebas diarias. Estas estaciones son capaces de realizar 100 pruebas por hora. Según explica Ismael Clemente, el "cuello de botella" son los reactivos, pero estas estaciones no solo permiten adaptarse a los protocolos de cada laboratorio, sino que además pueden utilizar reactivos de todos los proveedores del mercado, mientras que los que hasta la fecha han ido teniendo algunos hospitales, solo trabajan con los de cada marca comercial. "Eso es un problema porque te queda esclavo de un único proveedor, con los precios que marque". A medida que se vaya disponiendo de reactivos suficientes, el robot los procesa a mucha más velocidad "porque no tiene ninguna consideración por su propia seguridad, a diferencia del personal sanitario", apunta Clemente. Es un robot de arquitectura abierta, con un software, denominado Python, que permite una especie de autoaprendizaje, de manera que un hospital puede compartir lo que ha programado con el resto de centros sanitarios, permitiendo por tanto intercambio de las mejoras que haya introducido.

Ismael Clemente echa cuentas y calcula que si los robots de Badajoz y de Cáceres consiguen realizar 30.000 pruebas a la semana (el máximo serían 35.000), en cuatro semanas serían 120.000, que es el 12% de los habitantes de la región y eso significa que, en teoría, en 10 meses podría estar testada toda la población extremeña. No será necesario, pero tienen esa capacidad y además de realizar pruebas PCR, que se seguirán haciendo mientras existan contagios, también hacen test serológicos, de anticuerpos.

Este último recurso es fundamental en esta y próximas fases de la pandemia para saber qué parte de la población está inmunizada. "Todos vamos a tener que hacernos de forma periódica pruebas serológicas para saber si seguimos o no inmunes o, si nos sentimos mal, una prueba PCR para confirmar si tenemos el virus e inmediatamente aislar a todos los que hayan estado en contacto y parar la expansión", señala Ismael Clemente, que defiende la potencialidad de esta tecnología, por su capacidad de contención de esta pandemia y de cualquier rebrote. Además, añade, que si algún día este problema sanitario desaparece, tendrá utilidad para cualquier otro tipo de análisis de laboratorio.

CÓMO SE FRAGUÓ EL PROYECTO

El 21 de marzo, al extremeño Ismael Clemente lo llamó un conocido para explicarle que una compañera estaba trabajando con una amiga, que es microbióloga en Londres, en un proyecto para traer a España robots que procesan de manera masiva pruebas de covid y necesitaban financiación. Pidió información y tras comprobar que la iniciativa tenía base suficiente y contrastada, sin consultar con el consejo de administración de Merlin Properties confirmó su compromiso, de manera que si después no lo aprobaba, él mismo y su compañero Miguel Ollero, que es el director financiero, harían frente al apoyo ya expresado de manera personal. Dos semanas después había acuerdo para el traslado de 4 robos y lo consultaron al consejo de administración, que apoyó la iniciativa para aportar la mitad de la financiación. Los compañeros del Departamento de Administración quisieron participar y entonces enviaron una carta a los empleados y el 80% de la plantilla quiso implicarse. Esto permitió que se pudiesen pedir más robots.

Había 13 fabricados en stock. Merlin Properties se ocupó de otros cuatro. Para los 9 restantes había que buscar financiación y se la pidieron a otras empresas y fundaciones y compraron todas las existencias.

Estos últimos son los que están llegando de manera escalonada en tres viajes. Clemente defiende este proyecto que para él tiene todas las garantías desde sus inicios: "Cuando una persona que ha estado ahí en primera línea de combate te dice que merece la pena, para mí con eso es más que suficiente".