En el último mes a la jornada de Gracia Ramiro, directora de la Residencia de Mayores Puente Real 2, le faltan horas, porque «el trabajo se ha multiplicado por cinco». Puente Real tiene tres residencias en Badajoz (1, 2 y Palacio del Guadiana) y una cuarta en San Vicente de Alcántara, pública de gestión privada. Todas son mixtas, pues acogen a residentes dependientes y autónomos. Entre todas suman más de 350 residentes y 200 trabajadores. Para ellos no ha habido vacaciones de Semana Santa.

-Las residencias de ancianos están en el ojo del huracán desde el inicio de la crisis del coronavirus, por ser la población más vulnerable. ¿Cómo lo habéis afrontado y cómo ha evolucionado vuestro funcionamiento?

-Después de carnavales, el miércoles de ceniza todo el equipo de las residencias Puente Real empezamos con los protocolos, a equiparnos con epis y mascarillas, a duplicar pedidos de equipos de protección y de guantes. Ya teníamos claro que cualquier persona procedente de Italia no podía entrar en la residencia, ampliamos a Madrid, La Rioja y País Vasco, a delimitar el número de visitas y en cualquier momento que hubiese un caso positivo en familiares o en trabajadores se cerraba el centro. Todo se aceleró y cuando Madrid cerró las universidades se tomó la decisión de cerrar el centro a las visitas, desde el 14 de marzo. Solo el personal del centro puede entrar y salir y también se impidió que saliesen los residentes. Desde el día 15 todo el personal usa mascarillas, incluido el de limpieza y cocina. Empezamos a montar más comedores para aumentar la distancia entre residentes y en las salas comunes, separamos los sillones. Además, se ha creado en la planta superior una zona de aislamiento preventivo para personas con cualquier sintomatología, que hace dos meses era normal en un anciano, pero ahora se toma con mucha precaución y las aislamos, siguiendo las recomendaciones de Salud Pública. Se aislan, se vigilan los síntomas y se les realizan las pruebas e incluso si son negativas permanecen un tiempo prudencial antes de volver a sus habitaciones. Todos los datos se trasladan a diario a Salud Pública.

-¿Las pruebas se hacen a todos los residentes con síntomas?

-No hemos tenido personas con síntomas claros. No se han dado casos de fiebre y tos y lo que hemos hecho es cribar: altas hospitalarias, personas que han venido del domicilio antes del estado de alarma o residentes con tos de siempre por otras patologías. Se han hecho pruebas con sintomatologías leves para descartar. Se hace la solicitud a Salud Pública, que está atendiendo todas las pruebas que solicitamos.

-¿Y a los trabajadores?

-Nos están enviando test rápidos. El viernes se hicieron 34 pruebas, todas negativas. Creemos necesario hacer pruebas a todos para saber la situación actual de todo el equipo, aunque están todos asintomáticos. Desde hace más de un mes tomamos la temperatura y si alguno tuviese fiebre o tos no acudiría a su puesto de trabajo, aunque no se ha dado el caso. El problema está en los positivos asintomáticos, porque aunque nosotros tomamos medidas de precaución para proteger a los residentes, es una información muy valiosa para los centros conocer el estado real de sus trabajadores y si han pasado la enfermedad.

-Hay residencias en las que los trabajadores han optado por confinarse para proteger a los residentes. ¿Qué le parece esa medida?

-Cada centro tiene que considerar sus peculiaridades. En esta residencia somos más de 80 trabajadores y 136 residentes y por las características de las instalaciones es más complicado. Pero además, yo creo que es fundamental el apoyo familiar para la salud mental de los trabajadores, porque es previsible que vamos a estar mucho tiempo en esta situación, que es complicada. Cada uno extrema las precauciones en su domicilio y en las salidas del centro. Pero respeto la decisión de cada residencia.

-¿Cómo mantienen el contacto con los familiares?

-Cuando se decidió cerrar el centro a las visitas, dos días antes se crearon cuatro grupos de wathsapp diferenciando las zonas de la residencia con los familiares de cada una de ellas, que permiten una comunicación muy directa. Les mandamos fotos a diario y les informamos de las novedades y además, pueden realizar videollamadas o llamadas. Tanta es la comunicación que algunos residentes ya están aburridos de tantas fotos. La familia ve cuando pasean, cuando van a la peluquería o cuando participan en actividades. Es muy importante que los familiares vean el día a día de la residencia.

-¿Alguna familias se ha llevado a sus mayores para protegerlos?

-No, ninguna. El centro de día cerró, lógicamente, y hubo familiares que optaron por que se quedasen los usuarios a dormir durante este periodo y otros que no lo han hecho están en sus domicilios.

-¿Sentís presión por parte de los medios de comunicación?

-Para nosotros los mayores no son datos, son personas. Yo trabajo con mis mayores y sé cómo están mis residentes y mis familiares, eso quita toda la presión añadida. La única cuestión es cómo están otros centros y prefiero a veces no ver las noticias. Lo que nunca queremos es que sobreexpongan a los trabajadores, que ya tienen una presión añadida por estar con personas vulnerables, de cuyos cuidados son responsables. Yo no siento la presión y quizá, gracias a la información de los casos en residencias de mayores, hemos pasado de ser un colectivo un poco olvidado y desahuciado a un colectivo protegido. También fiscalizado pero, por otro lado, al salir a la luz los casos de contagios se ha procedido a protegernos. Es un doble sentimiento. Al principio de esta situación no se nos permitía casi hacer pruebas, pero después, la situación tan compleja vivida en Madrid ha permitido que ahora haya más protección, te sientes acompañada por todas las administraciones, que ponen en valor a este colectivo que para nosotros es nuestro tesoro.

-Cuando esta crisis se supere, ¿habrá cambiado el funcionamiento de las residencias de ancianos?

-Seguro. Habrá que pensar cómo se van a retomar las visitas a los centros. Tiene que hacerse de una manera muy controlada y poco a poco. Sí tengo claro que ciertas medidas que no hemos tomado a lo mejor ahora hay que implementarlas para proteger a los residentes.

-¿Cuáles?

-A lo mejor tenemos que pensar en el uso de mascarillas en ciertas temporadas en las que haya riesgos y adelantarnos. O en ciertas actividades limitar el espacio. O reducir el riesgo de transmisión de enfermedades por las visitas del exterior. Es empezar a pensar en cómo evitar que se pueda volver a repetir una situación como ésta.

-Algo positivo se obtendrá de lo que está ocurriendo.

-Esto ha estrechado muchísimo los lazos del centro con los familiares. Va a ser un antes y un después en la relación del personal con las familias de los residentes.

Al concluir la entrevista, Gracia Ramiro insiste en mostrar agradecimientos: al Ayuntamiento de Badajoz, a la brigada El Copero de Sevilla, a Salud Pública («en especial a Mamen Alegre, por su apoyo diario»), a los vecinos del Cuartón del Cortijo («porque todos los días a las ocho salen a aplaudirnos, nos ponen música, nos dan ánimos y nos envían videos»), a los familiares («por su paciencia infinita, su cariño, ánimos y confianza»), a su «equipazo» y «sobre todo y por encima de todo» a los residentes, «por su calma, su comprensión y por ayudarnos a nosotros también en esta situación».