Con muchas fuerzas, ganas de vivir y agradecido. Así se siente el promotor social educativo Juan Jiménez tras superar con éxito el coronavirus, una enfermedad que no solo ha sufrido él, sino también su esposa Mercedes Suero, la primera paciente del Hospital de Mérida en salir de la UCI tras nueve días ingresada. Los dos ya han recibido el alta y están en casa recuperándose de la amarga experiencia.

-¿Cómo se encuentran?

-Yo me encuentro sano la verdad. Ahora estoy en casa cuidando de mi esposa porque tiene temblores y la mirada perdida. La UCI te cura, pero te quedan secuelas y Merche todavía lo pasa mal. Damos gracias a Dios y a todos los que han estado con nosotros. Los doctores Rubio y García de Vinuesa, además de profesionales, son muy humanos y nos han dado mucha fuerza.

-Usted estuvo nueve días con síntomas aislado en una habitación de su domicilio hasta que acudió al hospital, ¿qué pasó entonces?

-Después de nueve días en casa con fiebre, incluso con tiritera alguna noche, fui al hospital porque hablé con el médico y me dijo que si tenía fatiga al respirar que fuera. Mi mujer se quedó en casa con algunos síntomas porque ya llevaba varios días con fiebre, pero no tenía fatiga. Los médicos me hicieron varias pruebas y me dijeron que como no estaba tan mal me podía ir a casa si quería, pero yo decidí quedarme ingresado y fue la decisión acertada. A los dos días acabó ingresando mi mujer en el hospital porque ya sí tenía fatiga.

-¿Cómo fue el momento en el que ingresan a su mujer en la UCI?

-Los dos estábamos ingresados en la misma habitación y fue terrible cuando me separaron de mi esposa. Ella me pidió que llamara a la enfermera porque le faltaba el aire y no podía respirar. El médico me dijo que la situación de mi mujer era grave y tenían que intubarla. Empecé a llorar y me quisieron dar medicinas para calmarme, pero me quedé solo y busqué el consuelo del señor. Los nueve días que mi mujer estuvo en la UCI fueron terribles, pero gracias a Dios, a los dos o tres días de salir de la UCI le dieron el alta y pude llevarla a casa. Recuerdo que la vi solo una vez cuando salió de la UCI porque las lágrimas no me dejaron verla más del llanto de alegría y gozo que tenía.

-¿Sabe dónde pudo contagiarse?

-Creo que cogí el coronavirus algún día que fuéramos a vender al mercado del domingo de Badajoz, porque va gente de todos lados. Que sepa no se han contagiado personas relacionadas con mi trabajo como promotor social educativo con niños gitanos ni tampoco de la iglesia a la que voy.

-¿Cómo valora el trato recibido en el centro hospitalario?

-Estamos muy agradecidos. Todo el personal del Hospital de Mérida nos ha dado mucho ánimo para seguir viviendo. Fueron muy humanos y reales también con la enfermedad. Dios me dio esta fe para no tener miedo a la muerte, pero también las ganas de tener a mi esposa conmigo.