Mamparas en las aulas para prevenir que haya más contagios en el entorno escolar. El colegio María Auxiliadora ha decidido incorporar estas piezas de metacrilato en los pupitres de sus clases como una medida extra para intentar proteger a sus alumnos. Las ha colocado esta semana, en las clases de primero a cuarto de Primaria, formadas por grupos de convivencia estable (conocidos como ‘aulas burbuja) en los que no existe distancia de seguridad, aunque sí se usa la mascarilla.

La decisión se ha tomado, explica su directora, María Vicente, ante la evolución de la pandemia en el área de salud de Cáceres y el miedo a futuros contagios en el colegio. El suyo fue el primero de la capital cacereña y de los primeros de la región que se vio obligado a confinar un aula. Fue el domingo 13 de septiembre, solo tres días después de que comenzara el curso escolar. Ese día una de las maestras de Educación Infantil comunicó que había dado positivo en una prueba PCR, por lo que el lunes ninguno de sus alumnos acudió ya al centro. Solo uno de los estudiantes dio también positivo; el resto no ha presentado síntomas durante la cuarentena, que terminará el próximo lunes, cuando regresen de nuevo al colegio.

Esta ha sido la única clase aislada, aunque en el centro se ha registrado también otro contagio de un alumno de los cursos más altos y ha contado con estudiantes en cuarentena por ser considerados contacto estrecho de un positivo. La situación preocupa, ya no solo a los miembros del claustro, sino también a los padres. De hecho, reconoce Vicente, son varios los progenitores que aún no han llevado a sus hijos al colegio por miedo al contagio. Se trata sobre todo de estudiantes con patologías o cuyos familiares padecen alguna enfermedad. «Es una situación tan excepcional que no nos queda más remedio que hacer lo imposible para que el colegio sea lo más seguro posible y que nadie se contagie», apunta la directora. Pensaron además en la llegada del invierno. Hasta ahora mantienen las ventanas abiertas para dar la máxima ventilación posible a las aulas, pero cuando llegue el frío se verán obligados a cerrarlas.

La instalación de estas mamparas, que han costado unos 3.000 euros, no ha sido la única inversión de este centro para hacer frente al coronavirus. Cuando se conoció el positivo de la docente el resto de la comunidad educativa se sometió a una prueba PCR, costeada por el propio colegio (es una cooperativa). Todos dieron negativo.

En la capital cacereña, además del María Auxiliadora, cuentan con aulas en cuarentena las Josefinas, el Paideuterion, el Extremadura (tiene dos), el Giner de los Ríos, el Dulce Chacón, el Prácticas, el Delicias, el Licenciados Reunidos, el Sagrado Corazón, las Carmelitas y el instituto Norba Caesarina. En total, en la región, hay 107 clases que han tenido que pasar a la enseñanza telemática tras detectarse algún positivo.